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En los dÃas que se acercan a la celebración de Pentecostés, los discÃpulos oraban por la venida del EspÃritu Santo. Nosotros también rezamos por su venida, y por su poder que renueva la faz de la tierra y trae consigo la victoria de la vida.
EspÃritu Santo,
En la aurora de la creación,
Tú pusiste orden en medio del caos,
luz en la oscuridad,
vida en la nada.
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Sopla sobre nosotros otra vez
Y cambia la cultura de la muerte
En Cultura de la Vida.
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Inspira en tu pueblo
un espÃritu de generosa acogida
 sin importar cuán inesperada o dependiente
esa vida pueda ser.
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EspÃritu Santo,
Tú eres el Abogado.
Al llenarnos de Ti,
Haznos abogados
De los no nacidos y de los vulnerables,
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Hasta que estemos todos juntos
En la vida de gozo sin fin
Del Padre, del Hijo, y del EspÃritu Santo
Un Dios, por siempre y para siempre. Amén.