Navidad. El corazón de esta celebración cristiana es
la entrada de Dios como uno de nosotros en la Historia. Son palabras que se escriben y leen
rápidamente pero que esconden una sabiduría milenaria que nos da la clave para
vivir de la mejor forma este peregrinaje de regreso a la casa del Padre.
En una
oportunidad conocí un obispo que coleccionaba nacimientos en miniatura. Sus amigos cuando viajaban se los traían de
regalo y los tenía expuestos en vitrinas en su residencia. Ahora, ya retirado, donó su colección al
museo diocesano. Yo le pregunté en una
oportunidad que le visité en su casa ¿Por qué una colección de pesebres y por
qué pequeñitos? Entonces aquél sabio obispo
me dijo: “Querido Padre Víctor. El
Pesebre es una cátedra de humildad y esta es una de las principales virtudes
cristianas. El niñito Dios nacido en un
establo y el tamaño pequeñito de los pesebres
me lo recuerda a diario”.
Son muchas las
enseñanzas prácticas para nuestra vida cotidiana que se desprenden de la contemplación
de Nuestro Amado Dios humanado en forma de bebé en un establo. He elegido tres enseñanzas, podrían ser
otras, pero que creo que estas tres podrían ser como ese trípode de tres patas
del vivir felices como hijos de Dios.
Primera
enseñanza: Confianza absoluta en el Padre Dios.
Yo me gozo
contemplando a Jesús naciendo en un establo, rechazado, perseguido y acompañado
por animales y los pastores (los pobres y marginados). Pudo haber nacido en la Roma imperial
protegido por un ejército personal pero nació de esta manera para enseñarnos
que su protección venía del Padre de Dios.
Nosotros también
debemos aprender que nuestra protección nos viene del Padre Dios. Él no ama y no solamente nos regaló Su Hijo
único para que se hiciera uno de nosotros y, además, desbordando todo cálculo humano, por nuestro
bautismo nos ha hecho participar de su misma naturaleza divina.
El niñito fue
rechazado en el momento del parto, cuando la madre y el padre están más
vulnerables. Nosotros también nos
encontraremos en nuestros caminos con rechazos, incomprensiones, persecuciones
y todo tipo de obstáculos pero debemos clamar a Dios para que selle en nuestros
corazones el sentirnos protegidos siempre por Papá Dios.
Segunda
enseñanza: Amados hasta al extremo.
Ver a Dios que
se hizo vulnerable por nosotros.
Contemplar a un Dios que desde el principio vivió la persecución, las
privaciones y hasta el exilio con San José y la Virgen, nos enseñan que el Amor
del Padre por nosotros no tiene medida.
Ha entregado a Su Único Hijo por Amor a nosotros. Sí, mi querido lector, ese niñito terminará
ofrendado su vida en la Cruz para abrirnos las puertas de regreso a la Casa del
padre.
Tercera
enseñanza: Llamados a amar a los más
pobres.
En aquellos
pastores que se acercan al pesebre estamos simbolizados todos los
pecadores. La peor de todas las pobrezas
es estar privados de experimentar el Amor de Dios. Jesús nació pobre para hacerse próximo de los
más pobres. Siempre conservará este
talante hasta su pasión, muerte y resurrección: un Dios cercano a los más
pobres. Como bautizados todos estamos llamados a vivir en el Amor. Cuando experimentamos el Amor de Dios en
Nuestras Vidas, es como una fuente que se derrama de Amor hacia los más pobres y
en Alabanza y Acción de Gracias a Dios.
Pero alerta, no hay verdadera alabanza y acción de gracias si éstas no
están acompañadas del amor a los más pobres, serían éstas alabanzas y acciones
de gracias falsas. Esa fue una de las
principales denuncias de Jesús: la religión de las formas y no del corazón
misericordioso hacia el prójimo.
Entonces la invitación es que podamos aplicar
este trípode navideño a nuestra vida cotidiana en todos los ámbitos de nuestra
vida. ¡ ¡ ¡ Feliz Navidad ! ! !