Uno de los argumentos más usado por el lobby pro aborto en los Estados Unidos es el derecho a la privacidad. Se argumenta que nadie tiene derecho a interferir en la decisión “privada” que toma una mujer de tener o no un hijo.
Evidentemente que nadie tiene el derecho de decidir si una mujer queda o no embarazada, ni usted ni yo, querido lector, vamos a interferir esa decisión. También comprendemos que hay circunstancias muy difíciles en las cuales se puede producir un embarazo. Pero algo es muy claro, cuando nos referimos al aborto no nos referimos a que una mujer decida tener o no un hijo. El hijo de la mujer embarazada, ese ser humano indefenso creciendo en el vientre de su madre, ya está aquí. El punto es si la madre tiene el derecho “privado” de matar o no a su hijo, a ese ser humano en desarrollo. Este es el punto.
Hace una décadas por el poco desarrollo científico no se podía establecer el comienzo de la vida humana, aunque en la ética médica desde la Grecia Antigua, siempre se consideró el aborto quitar la vida a un ser humano.
¿Cuándo los miembros de la Corte Suprema de los Estados Unidos entenderán y reconocerán que se equivocaron en su decisión del 22 de enero de 1973?
¿Cuántos niños más tendrán que morir para que rectifiquen tomando la decisión correcta basada en la Verdad y el Bien? Cada día mueren más de 3300 bebés por abortos provocados legales, sin contar los que mueren por los métodos anticonceptivos. Es un holocausto sin precedentes en la historia de la humanidad.
El viernes pasado salió la noticia que el abortivo “Ella” -la píldora de 5 días- ha sido aprobada por el gobierno de los Estados Unidos (un método “privado” para matar bebés). Esta será una escalada de violencia en la ya aberrante situación de injusticia para los bebés por nacer y sus madres. El tejido social seguirá descomponiéndose con consecuencias insospechadas.
Quiero terminar mi columna de la semana compartiendo con ustedes el Manifiesto de Madrid, en el cual centenares de miembros del mundo de la ciencia y la intelectualidad española reconocen la Vida del bebé por nacer y rechazan con firmeza el aborto. Se publicó en el contexto español europeo pero, por su naturaleza ético científica, tiene validez universal, además, este pronunciamiento se ha convertido para muchos en un llamado de la conciencia para involucrase más activamente en la construcción de la Cultura de la Vida.
¿Se anima usted querido lector?
MANIFIESTO DE MADRID
«Los abajo firmantes, profesores de universidad, investigadores, académicos, e intelectuales de diferentes profesiones, ante la iniciativa del Grupo Socialista en el Congreso, por medio de la Subcomisión del aborto, de promover una ley de plazos, suscribimos el presente Manifiesto en defensa de la vida humana en su etapa inicial, embrionaria y fetal y rechazamos su instrumentalización al servicio de lucrativos intereses económicos ó ideológicos.
En primer lugar, reclamamos una correcta interpretación de los datos de la ciencia en relación con la vida humana en todas sus etapas y a este respecto deseamos se tengan en consideración los siguientes hechos:
a) Existe sobrada evidencia científica de que la vida empieza en el momento de la fecundación. Los conocimientos más actuales así lo demuestran: la Genética señala que la fecundación es el momento en que se constituye la identidad genética singular; la Biología Celular explica que los seres pluricelulares se constituyen a partir de una única célula inicial, el cigoto, en cuyo núcleo se encuentra la información genética que se conserva en todas las células y es la que determina la diferenciación celular; la Embriología describe el desarrollo y revela cómo se desenvuelve sin solución de continuidad.
b) El cigoto es la primera realidad corporal del ser humano. Tras la fusión de los núcleos gaméticos materno y paterno, el núcleo resultante es el centro coordinador del desarrollo, que reside en las moléculas de ADN, resultado de la adición de los genes paternos y maternos en una combinación nueva y singular.
c) El embrión (desde la fecundación hasta la octava semana) y el feto (a partir de la octava semana) son las primeras fases del desarrollo de un nuevo ser humano y en el claustro materno no forman parte de la sustantividad ni de ningún órgano de la madre, aunque dependa de ésta para su propio desarrollo.
d) La naturaleza biológica del embrión y del feto humano es independiente del modo en que se haya originado, bien sea proveniente de una reproducción natural o producto de reproducción asistida.
e) Un aborto no es sólo la «interrupción voluntaria del embarazo» sino un acto simple y cruel de «interrupción de una vida humana».
f) Es preciso que la mujer a quien se proponga abortar adopte libremente su decisión, tras un conocimiento informado y preciso del procedimiento y las consecuencias.
g) El aborto es un drama con dos víctimas: una muere y la otra sobrevive y sufre a diario las consecuencias de una decisión dramática e irreparable. Quien aborta es siempre la madre y quien sufre las consecuencias también, aunque sea el resultado de una relación compartida y voluntaria.
h) Es por tanto preciso que las mujeres que decidan abortar conozcan las secuelas psicológicas de tal acto y en particular del cuadro psicopatológico conocido como el «Síndrome Postaborto» (cuadro depresivo, sentimiento de culpa, pesadillas recurrentes, alteraciones de conducta, pérdida de autoestima, etc.).
i) Dada la trascendencia del acto para el se reclama la intervención de personal médico es preciso respetar la libertad de objeción de conciencia en esta materia.
j) El aborto es además una tragedia para la sociedad. Una sociedad indiferente a la matanza de cerca de 120.000 bebés al año es una sociedad fracasada y enferma.
k) Lejos de suponer la conquista de un derecho para la mujer, una Ley del aborto sin limitaciones fijaría a la mujer como la única responsable de un acto violento contra la vida de su propio hijo.
l) El aborto es especialmente duro para una joven de 16-17 años, a quien se pretende privar de la presencia, del consejo y del apoyo de sus padres para tomar la decisión de seguir con el embarazo o abortar. Obligar a una joven a decidir sola a tan temprana edad es una irresponsabilidad y una forma clara de violencia contra la mujer.
En definitiva, consideramos que las conclusiones que el Grupo Socialista en el Congreso, por medio de la Subcomisión del aborto, trasladará al Gobierno para que se ponga en marcha una ley de plazos, agrava la situación actual y desoye a una sociedad, que lejos de desear una nueva Ley para legitimar un acto violento para el no nacido y para su madre, reclama una regulación para detener los abusos y el fraude de Ley de los centros donde se practican los abortos».
Fr. Victor Salomón, a member of the Diocesan Laborer Priests, is the Director of Hispanic Outreach for Priests for Life. He resides in Washington, DC.