XXII Convención de ANSH

XXII Convención de ANSH

 
P. Victor Salomón
Director Internacional de Apostolado Hispano, Sacerdotes por la Vida
Document Publication: The Americano


October 10, 2011




Asociación Nacional
de Sacerdotes Hispanos en los Estados Unidos. 
Ese es el significado de estas siglas y agrupa a los sacerdotes de
origen hispano que servimos en la Iglesia que peregrina de regreso a la Casa de
Dios Padre en los Estados Unidos.



En esta ocasión la
Convención tuvo lugar en la Ciudad de Los Ángeles y fue nuestra anfitriona la
Diócesis de Los Ángeles con su Arzobispo Mons. José Gómez, quien ha sido desde
la fundación de ANSH un entusiasta de este tipo de reuniones para el clero
hispano, dado que son una oportunidad para estrechar los lazos de fraternidad y,
además, una ocasión para abordar temas que nos ayuden a servir mejor  al Pueblo de Dios desde las tareas específicas
a nosotros encomendadas por la Iglesia.



El lema de la
Convención fue “La Palabra de Dios: fuente de constante renovación”.



Hubo varias charlas que giraron en torno al tema.  Quiero destacar la que nos dirigió el Prefecto
de la Congregación del Clero, Su Eminencia  Cardenal Mauro Piacenza, especialmente cuando
habló de la relación de la Palabra de Dios y el Espíritu Santo (fuente https://www.clerus.org/clerus/dati/2011-09/30-13/LA_4X11_La_Palabra_de_Dios_en_la_vida_del_Sacerdote.html):



 



“(…) Otro aspecto de fundamental importancia, que subraya ampliamente la
Verbum Domini, es la dimensión neumática de la Revelación, en su conjunto y en
los varios aspectos-momentos que la constituyen. En efecto, se lee en el n. 15
de la Exhortación: «No se comprende auténticamente la Revelación cristiana sin
tener en cuenta la acción del Paráclito», y también, en el número siguiente:
«Puesto que la Palabra de Dios llega a nosotros en el cuerpo de Cristo, en el
cuerpo eucarístico y en el cuerpo de las Escrituras, mediante la acción del
Espíritu Santo, sólo puede ser acogida y comprendida verdaderamente gracias al
mismo Espíritu».



Ante todo, siempre es necesario recordar la relación íntima e insustituible
entre Jesucristo y el Espíritu: toda la vida del Señor es una vida en el
Espíritu, de la Anunciación a la Ascensión, y el Espíritu no es algo vago e
indefinido para nosotros, los cristianos, sino que es siempre el Espíritu de
Cristo.



Este “de Cristo” es un genitivo posesivo, que nos dice que el Espíritu es
Suyo, al igual que es del Padre; y es el mismo Espíritu Suyo que se nos da a
nosotros, en el Bautismo, en la Confirmación y, con el poder de transmitirlo a
los hermanos, sobre todo en la Ordenación sacerdotal.



Si Cristo es la plenitud de la Revelación y toda la existencia de Cristo
está en el Espíritu, entonces la misma Revelación es un evento neumático: la
Tradición la anima el Espíritu, la Escritura la inspira el Espíritu y el
Magisterio, en la tarea de interpretar autorizadamente Escritura y Tradición,
la guía el Espíritu.



De ello deriva que la misma relación del Sacerdote con la Palabra de Dios
debe ser una relación neumática. Es decir, se debe evitar todo enfoque
meramente positivista o limitado al historicismo, que no permita la comprensión
del significado real del texto. Las Escrituras, si nos acercamos a ellas
prescindiendo de su dimensión neumática, se quedan como mudas y, en lugar de
hablar de Dios y hacer que escuchemos Su Voz, narran simplemente una historia
(…)”



 



Esta convención ha
tenido lugar en el mes de octubre cuando celebramos en la Iglesia de los
Estados Unidos el mes del Respeto a la Vida. 
Las diócesis se organizan para llevar este mensaje que es  una denuncia y un anuncio.  Es la denuncia de la dura realidad de los más
de 50 millones de bebés que han sido asesinados por el aborto desde su despenalización
en 1973 y que se siguen asesinando a un ritmo trágico de más de 3.300 abortos
diarios; es el anuncio del Evangelio de la Vida que nos llama a trabajar sin
descanso para que la Vida de estos, nuestros hermanitos más pequeñitos, esté
protegida por la ley.



Estos pequeñitos no
nacidos son como el herido del camino en la muy conocida parábola del Buen
Samaritano.  Recordemos.   Un herido en el camino.   La
mayoría de los que pasaron por ahí no le ayudaron.  Solamente un extranjero que no pertenecía al
Pueblo de Israel asumió el riesgo que le salvó la vida. ¿A cuál de los
personajes nos queremos parecer, mis queridos lectores?