No ha pasado una semana desde que el Magistrado Kavanaugh fuera confirmado en la Corte Suprema y todavía, muchos de nosotros, nos encontramos tratando de reponernos de la feroz contienda #Yotambién# que emprendió la izquierda en su contra. Cuando era evidente que las acusaciones por violación no corroboradas no iban a poder tumbar su confirmación para La CS, lanzaron una alocada y bulliciosa pataleta contra las puertas del recinto al mejor estilo de Alysa Milano y Amy Schumer. En las afueras de la Corte Suprema, se reunieron multitudes de manifestantes de ambos bandos para escuchar el resultado de su confirmación. Entre los simpatizantes, un hombre y una mujer jóvenes se mofaban de un septuagenario que apoyaba la confirmación del Magistrado Kavanaugh con un cartel. A la vez que los testigos presentes no hacían nada al respecto, una mujer marchaba en círculos alrededor del anciano, y como no logró instigarlo a una reacción, le arrebató entonces el cartel de sus manos con un golpe. Ella fue detenida más tarde. Al tiempo, dentro del pasillo del Capitolio, mientras unos senadores salían de los ascensores fueron recibidos por unas mujeres delirantes, que gritaban al unísono : “¡Vergüenza!” “¡Vergüenza!”
¿Qué carajos le sucedió al Parido Demócrata?
No es que los Republicanos no sepan cómo se sienten ellos. Los Republicanos han tenido que soportar reuniones liberales en la Corte Suprema de los Estados Unidos y expresado vehementemente sus objeciones. Pero no van y gritan, “No es mi Presidente! , ¡No es mi Magistrado!” ¡Juicio Político! ¡Juicio Político!” Antes bien, reconocen que existe un mecanismo pacífico de transición del poder en Estados Unidos, ya sea en la Casa Blanca o en la Corte Suprema, y así a los ciudadanos les guste o disguste el resultado, se unen en torno a la Nación durante la conclusión final de esos procesos democráticos. Eso no significa que se conformen con el resultado; significa que aquellos que no están satisfechos, trabajan aún más duro, dentro de los mecanismos que provee la Constitución, para generar un cambio durante la siguiente contienda electoral. Cada elección presidencial será sucedida por una próxima; y a cada nominación a la Corte Suprema le sobrevendrán muchas más. Y no obstante, seguiremos siendo la misma y única nación.
La urbanidad y las buenas costumbres no son ni pasividad ni neutralidad. Se refieren en todo caso, al respeto que merecen los derechos de quienes no están de acuerdo con nosotros y no obstante, esos principios conducen y garantizan las vidas y convivencia de ésta nación de una forma pacífica.
Cada año, aquellos que objetan los dogmas Demócratas tales como el aborto por demanda, marchan hacia la Corte Suprema y protestan en contra de las injustas leyes que permiten ese crimen. (De hecho, algunos de los ciudadanos Pro-Vida que marchan pertenecen al partido Demócrata. Pero la plataforma de su partido no tiene espacio para sus puntos de vista). Los Pro-Vida se las arreglan para marchar sin caer en la profanación, sin caricaturizar sus genitales, y sin invitar a voceros y líderes violentos que inciten a volar en pedazos la Casa Blanca. Ellos no arañan ni pegan alaridos en la puerta de la Corte Suprema de la forma que atestiguamos el pasado fin de semana.
Algunos afirman que nuestro país está tan polarizado, que ya no queda espacio para el discurso, y decidimos tirar la urbanidad y las buenas costumbres por la ventana. Una cosa es combatir en base a diferencias aparentemente irrenconciables, o sacar adelante difíciles concesiones. Las parejas de esposos deben lidiar con esto todos los días. Pero eso es totalmente diferente a recurrir al abuso, la violencia, la calumnia, la vejación, el bullying y cualquier tipo de drama y manipulación con tal de salirse con la suya. Es casi como si los líderes Demócratas hubieran renunciado a continuar con las reglas establecidas. El mensaje que queda es, “No vamos a cooperar, ni a dejar de gritar, ni de obstruir, hasta que nos otorguen el poder” . Así las cosas, uno no puede negociar con un “bully” que usa éstas tácticas de matoneo.
Tampoco es que ésta actividad este siendo simplemtne patrocinada por algunos líderes equivocados que actúan al margen de la sociedad. Si los Senadores están siendo abordados a la salida de los ascensores, es porque el Senador Cory Booker le está diciendo a la gente “suban y confronten a los Congresistas” . Si los que hacen matoneo piensan que no es un problema acosar a Sanders y Cruz mientras cenan con sus familias, podemos darle las gracias a la Congresista Maxine Waters que incita a sus seguidores a acosar a los miembros del gabinete de Trump en restaurantes, tiendas y estaciones de gasolina. Fieles a su costumbre, eso es justamente lo que han hecho. Pero la cosa no para allí. Ahora, parece que también está bien acosar a chicos que tengan la gorra de Trump y arrojarles gaseosas cuando se encuentren en algún sitio de comidas rápidas. El anterior Fiscal General Eric Holder dijo, “Cuando se encuentren en el piso, los pateamos. Esta es la consigna del nuevo Partido Democráta de hoy”.
La semana pasada un joven que vistía con una sudadera color violeta y leggins, le propinó una patada giratoria tipo ninja a una manifestante Pro-Vida en otra parte del país. ¿Quién se está realmente rebajando?
Si ya no queda urbanidad ni buenas costumbres en el discurso político, es porque la Izquierda ha probado ser incapaz de hacer uso de ella. Hay que poner fin al matoneo. Debemos orar, reconociendo que ésta es una batalla espiritual. Y con la misma urgencia, tenemos que involucrarnos activamente en los procesos que aseguren una transición pacífica de poder en nuestra nación. Las elecciones de corto plazo, van a ser unas entre las leyes de la turba o el Estado de Derecho, entre la obstrucción constante y el debate constructivo, y entre el partido que ha enloquecido y el que nos ha rebajado los impuestos, fortalecido a nuestras fuerzas armadas, protegido nuestras fronteras, asegurado nuestra libertad religiosa y avanzado en la defensa de los más vulnerables entre nosotros, los niños en el vientre de sus madres.
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