Nunca más calladas

 
Fr. Frank Pavone
National Director, Priests for Life
January 12, 2009


Las víctimas de abuso usan a menudo la frase “Nunca mas callados” (“Silent No More”) para indicar su respuesta a los que los han victimado. Por eso, puede sorprender a algunos en nuestra sociedad que a medida que nuestra nación se acerca a los 36 años de las decisiones Roe vs. Wade y Doe vs. Bolton, mujeres de costa a costa se unan bajo el emblema “Nunca más calladas” porque han tenido abortos.

 

No se trata de los ilegales en “callejones oscuros”, que es más propaganda que realidad, sino de los legales en “clínicas” protegidas a nivel federal.

 

Estas mujeres no se consideran liberadas, habilitadas o ennoblecidas por sus abortos. Más bien, dan testimonio de haber sido esclavizadas, debilitadas y heridas. En definitiva, recibieron una falsa promesa, que es la esencia de toda tentación. Les dijeron que este “procedimiento” resolvería sus problemas. En cambio, les trajo más problemas de los que se quieren imaginar, a saber, todo el rango de heridas físicas y psicológicas que a menudo se describen con el término “síndrome post-aborto.”

 

Qué están haciendo estas mujeres este año?

 

En ciudades en todos el país, se van a reunir públicamente en manifestaciones y jornadas de oración portando carteles que dicen: “Me arrepiento de mi aborto.” La reunión de Washington D.C., de hecho, será en la escalinata de la Corte Suprema, el 22 de enero, día mismo en que el aborto fue legalizado hace 36 años.

 

Esta campaña está organizada por Sacerdotes Por la Vida (Priests for Life) y Anglicans for Life.

 

Pero, ¿por qué hacer esto? Si el aborto es tan doloroso, algunos preguntarán: ¿por que hacer una demostración pública de esta experiencia?

 

La respuesta solo se entiende si uno conoce cuan vergonzante y doloroso es el silencio del aborto. El dolor que sigue al aborto es, según palabras de la Dra. Theresa Burke, un “dolor prohibido.” No se reconoce el dolor. No se valida. La gente no envía tarjetas de pésame ni habla abiertamente de esto. De hecho, a aquellos que sufren la muerte de un hijo por aborto a menudo se les hace sentir tontos por estar tristes. Después de todo, la sociedad les dice que han ejercido la elección que resolvió el problema. ¿Por que estar doloridos por eso?

 

Esas preguntas, por supuesto, revelan una ceguera absoluta al hecho que matar al propio hijo duele, y deja una herida que mamá nunca jamás olvidará.

 

Estas mujeres están cansadas de que los que abogan por la “elección” pretendan hablar por ellas. Quieren decirle al mundo, en sus propias palabras, que lo que fácilmente se celebra como “elección” y “derecho” es de hecho una pesada carga.

 

No toda mujer ha encontrado suficiente sanación después del aborto para poder participar en estas manifestaciones públicas o mostrar estos carteles. Pero las participantes en “Nunca Más Calladas” ruegan que su presencia asista a sus hermanas en el camino de la sanación, y les traiga algún alivio al saber que su no dolor no está mas prohibido.

 


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