Mirarse a los ojos es un elemento básico de las relaciones humanas. Cuando no lo hacemos en el momento oportuno, mostramos desinterés por la otra persona. Parecemos demasiado distraídos para que nos importe o quizás avergonzados de algo. La falta de contacto visual impide la conexión.
Ese es uno de los desafíos del amor a la población más vulnerable entre nosotros, los niños en el vientre. No podemos mirarlos a los ojos. Cuando uno ama a una persona, quiere mirarla a los ojos, no desea amarla a lo lejos. Quiere ver el rostro de la persona. Aún el amor de Dios se describe de esta forma. El libro del Apocalipsis anuncia el destino final de la familia humana, la culminación de la salvación, de esta forma: "Y verán su rostro" (Ap. 22:4)
El veterano defesor de los derechos de los animales Jim Mason relata una experiencia de su infancia que ilustra el poder del rostro:
"Estaba sentado sobre un tronco, disfrutando del bosque, cuando oí el sonido de gañidos y mi perro- en ese entonces era Butch- vino corriendo a través del claro cazando un zorro. Una vez más, por condicionamiento u otro motivo, simplemente tomé el arma y disparé al zorro, lo herí, no lo maté...
Mi perro y yo localizamos la madriguera y la desenterramos... A medida que cavábamos más y más, podía ver al pobre zorro allí sufriendo y muriendo desangrado. Y la mirada en su cara- fue uno de esos momentos cuando... me sentí horrible. Me sentí absolutamente avergonzado de haber hecho eso. Era como si hubiera cometido un tremendo error."
Después de mirar a los ojos de un jabalí que iba a ser carneado, Freeman Wicklund fundó la Organización de Estudiantes para los Derechos de los Animales (Student Organization for Animal Rights) en la Universidad de Minnesota. La abogada y famosa feminista Lori Peterson afirma: "No es justo que los científicos menosprecien los sentimientos de estas criaturas. Una vez que uno ha mirado a sus ojos... no puede mirar para otro lado. Jamás" Kim Bartlett, editora de Animal People, describe el cambio en su visión del sufrimiento: "...Recibí una pieza de correo... era sobre las pieles y contenía... fotos de un zorro y un conejo en una trampa. La mirada de sus ojos me partió el alma... me senté y lloré" (1990, p.95)
Los ojos nos enseñan algo sobre aquel que sufre, sea un animal o una víctima humana. En esos momentos, el velo que separa su experiencia de la nuestra queda rasgado y vemos el mundo y sentimos temporaralmente como ellos lo hacen.
No tema mirar a la cara de los niños por nacer, tanto vivos como abortados. Encontrará la fuerza para amarlos aún más.