Los españoles
fueron los anfitriones de la Jornada Mundial de la Juventud con el Papa
Benedicto XVI, la cual se celebró en
Madrid desde el lunes 15 al domingo 21 de este mes. Las jornadas mundiales de la juventud tuvieron
su origen por la iniciativa del Beato Juan Pablo II, después de ver la
respuesta que dieron los jóvenes a la convocatoria del jubileodel Año 1984 y
del Año Internacional de la juventud en 1985.
La primera jornada se celebró en Roma en el año 1986 a nivel diocesano y
el año siguiente fue en Buenos Aires, cuando la respuesta de los jóvenes fue
masiva, reuniéndose más de un millón de jóvenes para aquella cita.
Poco a poco fue evolucionando
a un encuentro que ahora en su edición española y, gracias a las redes
sociales, se ha convertido en un evento planetario seguido por millones en todo
el mundo en diversas lenguas. El Papa ha
aprovechado la ocasión para realizar encuentros con profesores y el presidente
de España, continuando una tradición de
diálogo siempre importante para la mutua colaboración, en este caso de la
educación y del mundo de la política, para la construcción de la Civilización
del Amor.
Tres aspectos son
muy importantes a resaltar de estas Jornadas Mundiales de la Juventud. Es un signo claro de la universalidad de la
Iglesia, es una oportunidad para los sucesores de San Pedro para confirmar en
la fe a los hermanos y es un semillero para las diversas vocaciones.
Comencemos por el
último aspecto que he señalado. Antes de ser enviado a la Iglesia que peregrina
en los Estados Unidos, serví a la Iglesia como formador de sacerdotes y aún
recuerdo la expresión: “fulanito es vocación de Juan Pablo II” para describir
cómo la llamada vocacional de aquel joven la había experimentado en el marco de
una visita Papal. Y es que, como les he
compartido en otras ocasiones, la efusión del Espíritu Santo en cada una de las
visitas del Santo Padre y, obviamente de manera especialísima en un encuentro
de jóvenes, es una dimensión que, aunque invisible, está muy presente y obrando
en el corazón de los participantes.
También recuerdo que los formadores hablaban cómo se había notado el
aumento de vocaciones a la vida sacerdotal y consagrada, después de cada una de
las visitas que tuvo el Papa Peregrino Bto. Juan Pablo II a Venezuela. Con la evolución de la comprensión de la
vocación específicadel llamado de Dios para las diversas vocaciones: matrimonial,
sacerdocio, vida consagrada, …, estas Jornadas Mundiales son, sin lugar a dudas,
un semillero de diversas vocaciones al
servicio de Dios en la Iglesia.
Unas de las
primeras palabras que pronunció el Santo Padre Benedicto XVI a su llegada a
Madrid, fueron precisamente aquellas que
recuerdan que uno de sus principales ministerios como sucesor de Pedro es
confirmar en la Fe a los hermanos. En
otras palabras es un rol de catequista y animador de las comunidades
cristianas, que en este caso tiene un énfasis especial en el apostolado juvenil
vocacional pero, como ya indiqué al principio de este artículo, es también un
excelente marco para confirmar en la Fe a los Hermanos, por medio de las
celebraciones litúrgicas, pasando por los encuentros con diversos sectores, así
como su presencia entre los enfermos y los más necesitados. La fiesta de colores de piel, lenguas, culturas
son un signo visible de la celebración universal de la Fe en Jesús como nuestro
salvador y dador de la Vida Nueva en sus Espíritu. Las jornadas mundiales son
un recordatorio de la como la semilla del Verbo ha sido sembrada en las
diversas culturas y ha germinado, haciendo verdad histórica la promesa
evangélica de que el Reino de Dios crecería como un arbusto de una pequeña
semilla como la de la mostaza.
Finalmente en el
marco de la Jornada tuvo lugar el tercer congreso-festival internacional: Viva la
Vida, con jóvenes provenientes de los 5 continentes para
dar testimonio público del apoyo de la juventud a la promoción y defensa de la
Vida humana desde la concepción hasta su ocaso natural.