La Iglesia es un cuerpo con muchas partes. El ojo no es la mano y los que se encargan de organizar comedores populares no son los mismos que salvan bebés en las clínicas de aborto. Cada individuo y cada grupo tiene una vocación específica y tiene el derecho (en realidad, la obligación) de concentrarse en ella.
Entonces, ¿por qué hay que repetir lo obvio?
Porque para algunos no es tan obvio. A veces nos dicen a quienes nos concentramos en el aborto que no podemos dar una conferencia pro-vida a menos que mencionemos todos los temas relacionados con la vida, o no podemos organizar un evento pro-vida si este se concentrará únicamente en el aborto.
Discúlpenme, pero ¿por qué no?
Obviamente hay muchas cuestiones relacionadas con la vida y todos estamos llamados a ver la conexión entre ellas. Pero reconociendo tal conexión, seguimos siendo libres para concentrarnos en un aspecto. Organizar un evento o predicar una homilía el día de hoy sobre el aborto significa que también tenemos la libertad de organizar un evento o predicar una homilía sobre la paz mundial la semana próxima.
A menudo se invoca al Cardenal Joseph Bernardin y su formulación de una ética coherente de vida. Sin embargo, él mismo aclaró que es perfectamente legítimo enfocarse en una cuestión en particular. Una vez preguntó: “¿Significa esto que todos tienen que hacer todo? ¡No! Hay un límite al tiempo, la energía y la competencia. También hay una forma para cada vocación individual. La gente debe especializarse, los grupos deben concentrar sus energías. Una ética coherente no niega este hecho. Pero le dice algo a la Iglesia. Nos llama a dar testimonio a favor de la vida en forma más extensa de lo que a veces manifestamos en nuestras distintas actividades.” (Discurso en la Universidad de Seattle, 2 de marzo de 1986).
Cuando los obispos de Estados Unidos escriben sobre la ética coherente de vida, dicen lo siguiente:
“Entre las cuestiones importantes relacionadas con la dignidad de la persona humana que ocupan a la Iglesia, el aborto desempeña necesariamente un papel central. El aborto, el asesinato directo de un ser humano inocente, es siempre gravemente inmoral. (Evangelium Vitae, 57) Sus víctimas son siempre los miembros más vulnerables e indefensos de la familia humana. Es imperativo que aquellos que son llamados a servir a los más pequeños entre nosotros den atención urgente y prioritaria a esta cuestión de justicia.
Este enfoque y el compromiso de la Iglesia con una ética coherente de vida son complementarios. Una ética coherente de vida, que explica la enseñanza de la Iglesia a nivel de principios morales, lejos de disminuir nuestra preocupación por el aborto o la eutanasia o igualar todas las cuestiones que afectan la dignidad de la vida humana, reconoce en cambio el carácter distinto de cada cuestión al tiempo que la da a cada una su lugar propio dentro de una visión moral coherente.” (USSCB, Pastoral Plan for Pro-life Activities, 2001) (Nuestra Traducción)
Todos estamos llamados a ocuparnos de todas las cuestiones de la vida y a hablar de ellas. Pero es la Iglesia como Cuerpo que está llamada a desarrollar las múltiples obras de justicia, cada parte del cuerpo haciendo su tarea asignada en vez que se le achaque que debe hacer las tareas de todos los demás.