El aborto destruye todo lo que toca. Mata a un niño y tiene efectos devastadores sobre su familia. Sin embargo, muchas veces olvidamos a aquel que practica el procedimiento. El abortero también queda herido.
El día 10 de marzo de cada año, los grupos pro-aborto celebran el “Día Nacional de Reconocimiento a los Proveedores de Abortos.” De esa manera buscan manifestar públicamente su apoyo a quienes matan niños por dinero y honrarlos como heroicos servidores de la sociedad.
Con gran alegría anuncio que Priests for Life ha declarado el 9 de marzo de este año como Día Nacional de Invitación a los Proveedores de Abortos, una invitación al arrepentimiento y a la gracia sanadora del Señor. Invitamos a la gente a que lea testimonios de aborteros que se han convertido (veáse priestsforlife.org\testimony\formerabort.html) y que escriba cartas o llame a los medios de comunicación para compartir estas historias. Precisamente porque reconocemos y apreciamos a esa gente es que queremos liberarlos de la miseria que experimenta el abortero.
En las próximas columnas quisiera explorar el tema de los aborteros, por que hacen lo que hacen, como es su vida y como podemos llamarlos a la conversión.
Permítanme que conteste algunas preguntas preliminares. En primer lugar, el movimiento pro-aborto eligió el 10 de marzo para este “Día de Reconocimiento” porque fue en esa fecha en 1993 cuando el abortero David Gunn fue asesinado a tiros afuera de su clínica de abortos en Pensacola, Florida. El asesinato de aborteros es un curso de acción que rechazamos.
En segundo lugar, algunos objetan el uso de la palabra “abortero,” alegando que ese término es duro y cruel. Eso me parece extraño. A quien practica la psicología se lo llama “psicólogo.” A quien practica alguna terapia se lo denomina “terapeuta.” Aquel que fue entrenado en ginecología es un “ginecólogo.” No veo cual es el problema en llamar a alguien que practica abortos un “abortero.” Si hay gente que se siente incómoda con esa palabra, quizás su conciencia les está diciendo que hay algo que está mal en esa práctica y con eso estamos totalmente de acuerdo.
Tercero, si llamamos “víctima” al abortero, no quiere decir que sea incapaz de hacer otra cosa o no tenga culpa. Todos somos responsables de nuestras acciones y hemos de rendir cuentas por ellas. El punto es que los aborteros, por sus acciones, se lastiman a si mismos, lanzando su vida al caos.
Finalmente, escribo sobre los aborteros desde la perspectiva de alguien que ha conversado con muchos que todavía practican abortos y que ha conducido a muchos otros que dejaron de practicar abortos a la sanación espiritual. Colaboramos e interactuamos con psiquiatras y otros que están haciendo trabajos de investigación sobre las vidas de los aborteros. Más aún, Priests for Life tiene acceso a mucha información interna de la industria del aborto, incluyendo información obtenida por infiltración. Nos basamos en fuentes originales y a menudo únicas.
En la medida que entendamos por que alguien, especialmente si está asociado con la profesión médica, practicaría abortos, y entendamos mejor que es lo que haría que deje de practicar abortos, más nos acercaremos al entendimiento de la manera en que nuestra sociedad puede rechazar esta práctica violenta. Trataremos de hacerlo en nuestras próximas columnas.