La vida de un abortero es un infierno.
Frederick Douglass escribió sobre su vida como esclavo y el extraño comportamiento de su amo. "Tanto el dueño de esclavos como el esclavo, son víctimas de la esclavitud" dijo. Su amo solía "caminar solo… hablándose y a veces gesticulaba como si estuviera desafiando un ejército de enemigos invisibles. La mayor parte de su tiempo de ocio la pasaba caminando, maldiciendo y gesticulando, como si estuviera poseído por un demonio. Era evidentemente un hombre miserable que estaba en guerra con su propia alma y con el mundo que lo rodeaba." (The Life and Times of Frederick Douglass; New Jersey, Citadel Press, 1983).
Nuestra experiencia con los aborteros demuestra que exhiben los mismo signos y un nivel de stress que nunca debería soportar la persona humana porque deforma su personalidad más allá de cualquier normalidad. En efecto, por todas partes se aprecian en los aborteros los síntomas de "síndromes post-traumáticos" (Post Traumatic Stress Disorder - PTSD). Sencillamente, cuando experimentamos un trauma que trasciende el rango de las experiencias humanas comunes, nuestra percepción de la realidad y nuestra capacidad para funcionar quedan deterioradas. El trauma consiste en una amenaza real o percibida a la integridad del cuerpo propio o de algún otro. Los síntomas de PTSD se ven en soldados que regresan de la guerra y también en el síndrome post-aborto. Así es, la persona que ha realizado el procedimiento ha estado igualmente en contacto con una muerte violenta y traumática y por lo tanto también paga un precio.
Es más duro para el abortero que para el soldado. En el caso del soldado, se está defendiendo a sí mismo y a otros de un agresor. Pero el abortero sabe que el bebé no es ningún agresor. Más aún, el soldado tiene un sistema de apoyo y camaradería con el que el abortero solo puede soñar. Los aborteros son aislados y evitados por la sociedad, la profesión médica y también los grupos pro-aborto. Diane Derzis, administradora de una clínica que conocí personalmente, le dijo a un periódico de Atlanta: "También está la cuestión de la vergüenza, aún entre aquellos que son pro-aborto (pro-choice)… Todavía nos ven como gente sucia, incluso entre los nuestros." (Conversaciones telefónicas grabadas en Junio/Julio 1985). Una encuesta de Priests for Life entre 961 aborteros señala que el 69% de ellos sienten que no son respetados por el resto de la comunidad médica.
Estos y muchos otros factores relacionados llevan a comportamientos como el que relata un ex-empleado de una clínica de abortos en Luisiana que cuenta que el abortero "tenía un feto envuelto en papel azul… Estaba parado en el hall… tiraba el feto al aire y lo atajaba. Como si fuera una pelota de plástico." Joy Davis, a quien conocí personalmente, relata en una entrevista de 1993 con Life Dynamics lo siguiente sobre un abortero para quien trabajó. "A veces entraba en su oficina a la mañana y lo encontraba… echado en el piso, completamente desnudo, en medio de un charco de vómito, adonde había pasado la noche drogado."
Si piensa que esto es malo, apenas estamos tocando la superficie. Comuníquese con Priests for Life y pida el libro "Lime 5" si piensa que podría soportar saber más sobre las almas vacías de los aborteros.