Aborteros Convertidos

 
Fr. Frank Pavone
National Director of Priests for Life
June 19, 2006


El centurión que estaba al pie de la cruz de Cristo inmediatamente se horrorizó por la crucifixión que acababa de ejecutar siguiendo órdenes. Cuando Cristo murió, ese centurión soltó su espada y arrodillándose exclamó: “Verdaderamente, ¡este hombre era inocente!”

Los que hemos participado en el asesinato de niños por nacer somos los centuriones de hoy. Hemos dejado nuestras espadas que empuñábamos contra los niños por nacer. Ahora debemos reconocer la profundidad de nuestra culpa y lidiar con sus ramificaciones… Para revitalizar nuestra humanidad tenemos que perdonar y ser perdonados, reconciliarnos y ser sanados.”

Estas palabras provienen de un folleto de la “Sociedad de Centuriones” (Society of Centurions), una organización para antiguos proveedores de abortos. Estas palabras transmiten de una manera bella y conmovedora lo que está pasando en todo el país a medida que cientos de aborteros y sus asistentes experimentan el arrepentimiento, la conversión y la sanación.

En las últimas siete columnas, he reflexionado sobre las vidas y las almas de los aborteros. He citado sus palabras para que puedan vislumbrar su dolor. En esta columna, me complace contarles una vez más que antiguos aborteros algunos de los cuales, como Bernard Nathanson, Carol Everett y Tony Levantino, Uds. ya conocen son sólo la “punta del iceberg.” Hay muchos más y son más aún los que continúan acercándose a diario a la luz de Cristo.

Nuestro ministerio en Priests for Life, que opera el mayor programa de recuperación de abortos en el mundo, Rachel’s Vineyard, también asiste a los aborteros en su camino al arrepentimiento. Nunca olvidaré cuando sentado con un grupo de estos varones y mujeres durante varios días en Semana Santa escuchaba como decidían que al regresar a casa tratarían de contactar a cada mujer a la que habían practicado un aborto para pedirle perdón. También los escuché contar como, después de su conversión, dedicarían cada día a uno de los niños que habían asesinado. Les pondrían nombre, les escribirían cartas y rezarían una profunda plegaria de perdón.

¿Cómo empieza esta conversión? Mi experiencia confirma lo que también afirma el Dr. Philip Ney. Según él, “los factores que cambiaron su opinión sobre la práctica de abortos, en el siguiente orden de ocurrencia, fueron: evidencia de la humanidad del niño, una experiencia espiritual, angustias personales, evidencia de la angustia de la madre, artículos científicos, ser aceptados como persona, una relación personal con alguien pro-vida, piquetes pro-vida. Para la mayoría… hubo más de un factor.” (El camino del centurión, The Centurion’s Pathways, p.77)

El camino no es fácil. Hay tanto dolor y culpa que enfrentar y tantas racionalizaciones que deshacer que el centurión se verá tentado a decir: “Ahora está todo bien, Jesús me ha sanado, y simplemente olvidaré el pasado.” Pero Jesús, que nos sana, nos llama a enfrentar la verdad de lo que hemos hecho, restituir cuando es posible, y comprometernos en el difícil trabajo de reparar relaciones. Priests for Life está listo para ayudar.

Oremos por los Centuriones, y ¡ojalá que su número aumente!


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