Hay diez pasos sencillos para tener una conciencia limpia cuando se vota el día de las elecciones.
1. ¡Vote!
Primero, asegúrese de votar. El 7 de noviembre son las elecciones. El Catecismo nos enseña que votar es una obligación moral (n. 2240). Aproveche la oportunidad de votar anticipadamente si su estado lo permite, y si va a estar fuera del estado o está imposibilitado de ir a votar, ¡emita su voto ausente! Lleve sus decisiones a la oración.
2. Conozca a los candidatos.
Asegúrese de conocer la posición que tienen los candidatos en los distintos temas.
3. Rechace a los que no están calificados.
Si un candidato dijera: “Apoyo al terrorismo”, Ud. no diría: “Estoy en desacuerdo con Ud. sobre el terrorismo, pero ¿cuál es su plan en el área de la salud?” Del mismo modo, quienes permiten la destrucción de vida inocente a través del aborto se descalifican de nuestra consideración.
4. Distinga políticas de principios
La mayoría de los desacuerdos entre candidatos y plataformas políticas no tienen que ver con principios (¿Hay un derecho al delito?), sino con políticas (“¿Cómo combatimos el crimen?). Pero la discusión sobre el derecho a la vida es una discusión sobre principios y por lo tanto es fundamental.
5. Evalúe otras cuestiones adecuadamente
No todos los temas tienen el mismo peso. La Iglesia Católica enseña que la guerra y la pena capital, por ejemplo, pueden ser moralmente justificables en algunos momentos, pero el aborto y la eutanasia no lo son nunca.
6. Mantenga su lealtad enfocada en Jesús.
Su lealtad a Jesucristo debe ser más importante que su lealtad a cualquier partido político.
7. Recuerde, el partido importa.
Las elecciones no sólo llevan al poder a candidatos individuales, sino también a los partidos políticos. Considere las posiciones de los partidos y la forma en que el resultado de las elecciones afecta el equilibrio de poder.
8. Distinga entre “elegir el mal” y “limitar el mal.”
Si dos candidatos apoyan el aborto, pregunte: ¿Cuál de los dos candidatos hará menos daño a los niños por nacer? Esto no consiste en “elegir el mal menor”, sino en optar por limitar un mal, y eso es bueno.
9. ¡Apoye al candidato con algo más que su voto!
Otras actividades incluyen donar a la campaña, ofrecerse como voluntario, distribuir literatura a favor del candidato, hacer llamadas telefónicas y visitas en nombre del candidato, enviar mensajes por correo electrónico, poner carteles en el jardín y autoadhesivos en el auto y rezar por el candidato.
Las elecciones no son competencias entre dos candidatos. Son competencias entre dos equipos. El equipo más grande y más activo juntará el mayor número de votos.
10. ¡Movilice a la mayor cantidad de votantes posible!
Cada uno de nosotros tiene un voto, pero cada uno puede movilizar cientos, incluso miles de votos. Concéntrese en movilizar a aquellos que están de acuerdo con Ud. en vez de convencer a quienes no lo están. Si puede tomarse el día de elecciones como un día libre, hágalo. Pase el día contactando a la gente por teléfono y por correo electrónico, recordándoles que voten y ayudándolos a llegar a los lugares donde se vota.
Habiendo hecho todo esto, regocíjese con su conciencia limpia, y ¡confíe en que el Señor obtendrá una victoria para la Cultura de la Vida!