Se acerca el día de las elecciones y estoy motivado para votar e influenciar muchos otros votos. Estoy motivado porque votar es parte de lo que tengo que hacer para alcanzar el sueño de mi vida, un sueño compartido con muchos otros; que acabe el aborto, el mayor holocausto que jamás haya sufrido la familia humana.
Parece que algunos, incluso en la Iglesia, no se dieran cuenta que no hay mayor problema en la sociedad que el aborto. Por otra parte, es fácil que perdamos de vista el horror del aborto cuando hay quienes constantemente lo celebran como un derecho constitucional y cuando no leemos descripciones ni vemos fotos.
No estoy motivado para votar porque una elección vaya a acabar con el aborto y menos aún porque espere que nuestros funcionarios sean perfectos o hagan mi trabajo. El Pueblo de Dios tiene que acabar con el aborto, haciendo su trabajo, proveyendo alternativas, educando las mentes, cambiando los corazones, cambiando las leyes. Pero parte de ese trabajo es elegir a aquellos que opondrán menos obstáculos a esa misión. No elegimos gente para que haga nuestro trabajo, sino gente que nos permitirá hacerlo. A menudo la elección es entre los que harán el menor daño, o permitirán el menor número de abortos. Podría ser una elección entre aquellos que están dispuestos a permitir todos los abortos y aquellos dispuestos a establecer por lo menos algunos límites que no se pueden traspasar. Prefiero a los que ponen límites, porque cuando llega el momento de legislar sobre esos límites, por lo menos no bloquearán el camino. No busco el candidato perfecto, pero cuando la elección es entre desorden y más desorden, elijo desorden.
Estoy motivado porque veo que hemos hecho progresos. Tenemos dos nuevos magistrados en la Corte Suprema que son sólidos y no creen que haya que inventar nuevos derechos a partir de “penumbras.” Al igual que en el 2004 la Corte Suprema está en juego. Si hubiera una vacante en los próximos años el Presidente necesita un senado que preste su acuerdo a jueces buenos. Tenemos muchos otros jueces federales nuevos, que entienden los límites de la autoridad judicial. Y también tenemos nuevas leyes que nos acercan a la protección de los niños por nacer, como la Ley de Protección a los Niños Nacidos con Vida (Born-Alive Infants Protection Act), la Ley de Víctimas de la Violencia No-Nacidas (Unborn Victims of Violence Act), y la primera prohibición de un procedimiento abortivo desde Roe vs. Wade, la Ley de Prohibición del Aborto de Parto Parcial (Partial-Birth Abortion Ban Act).
Ahora se trata de una cuestión de números. Tenemos que utilizar nuestro tiempo y nuestra energía para recordarle a quienes están dispuestos a oír y no tratar de convencer a los testarudos. Debemos tratar de alcanzar la “fruta accesible,” aquellos que es más fácil movilizar. Y debemos votar temprano. Muchos estados permiten votar antes del día de la elección. Hagamos que otros voten temprano, no sea que circunstancias impredecibles les impidan votar después.
Las encuestas no determinan las elecciones, la gente que va a votar si. ¡Llevémoslos a votar!