“Decía también al que le había invitado:
- Cuando des una comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos, no sea que también ellos te devuelvan la invitación y te sirva de recompensa. Al contrario, cuando des una banquete llama a pobres, a tullidos, a cojos y a ciegos; y serás bienaventurado, porque no tienen para corresponderte. Se te recompensará en la resurrección de los justos.” Lucas 14:12-14
“Escatología” es el estudio de las “últimas cosas”, la muerte el juicio, el cielo y el infierno. La Iglesia habla de estas cuestiones para entrenarnos a pensar en ellas como algo real. Cuanto más lo hacemos, más fuerza encontramos para conformar hoy nuestras vidas de manera que la muerte y el juicio nos lleven a la gloria del cielo. Llamo “realismo escatológico,” al hábito de tener en cuenta las “últimas cosas” de manera que su influencia en nuestra vida sea tan real como el clima de hoy.
Jesús abogó por el “realismo escatológico” en el pasaje citado anteriormente. Dijo que una consideración de lo que podemos recibir en el día de la resurrección debería determinar a quienes invitamos a la próxima fiesta. Y lo que dice también se aplica al trabajo pro-vida. Después de todo, el principio es similar. Así como debemos alegrarnos que los mendigos que invitamos a cenar no pueden pagarnos, también deberíamos alegrarnos que los niños por nacer, por quienes hablamos, trabajamos y luchamos no pueden pagarnos. “Serás bienaventurado, porque no tienen para corresponderte. Se te recompensará en la resurrección de los justos.” Los no nacidos tienen todavía menos posibilidades de pagar que los mendigos, los paralíticos, los cojos y los ciegos. Por lo menos esa gente sabe que los estamos amando, y pueden decir: “Gracias” y rezar por nosotros. Pero los niños por nacer no pueden hacer nada de eso. Así es, el amor por los niños por nacer es la forma más desinteresada de amar. No se recibe nada a cambio.
El representante Henry Hyde, uno de los más grandes defensores de la vida que jamás haya estado en el Congreso, expresó este realismo escatológico en relación al trabajo pro-vida cuando dijo estas famosas palabras:
“Cuando llegue la hora, como seguramente llegará, cuando enfrentemos ese momento tremendo, el juicio final, he pensado muchas veces, como escribió Fulton Sheen, que es un momento de terrible soledad. No hay abogados, se está solo delante de Dios y un terror como jamás ha imaginado rasga el alma. Pero verdaderamente creo que los que integramos el movimiento pro-vida no estaremos solos. Pienso que habrá un coro de voces que nunca se han oído en este mundo pero se escuchan claramente y con gran belleza en el otro que clamarán por cada uno de los miembros del movimiento. Le dirán a Dios: “¡Sálvalo, porque nos amó!”