Cuando un candidato a un cargo público está equivocado en relación al aborto, no puede acertar en otras cuestiones.
“En verdad, el fallo en proteger y defender la vida en sus etapas de más impotencia hace que otras posturas “correctas” en asuntos que afectan a los más pobres e indefensos de la comunidad humana se vean con sospecha.” (Obipos de Estados Unidos, 1998, Vivir el Evangelio de la Vida, n. 23)
“Se ha hecho habitual hablar, y con razón, sobre los derechos humanos; como por ejemplo sobre el derecho a la salud, a la casa, al trabajo, a la familia y a la cultura. De todos modos, esa preocupación resulta falsa e ilusoria si no se defiende con la máxima determinación el derecho a la vida como el derecho primero y fontal, condición de todos los otros derechos de la persona.” (Juan Pablo II, La vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo. (Christifideles Laici), 38)
Son palabras fuertes y claras.
¿Por qué dicen los obispos que cuando un funcionario público no se pronuncia a favor de la vida, sus posiciones en otras cuestiones de derechos humanos son “sospechosas”?
Cuando uno dice que la gente tiene un “derecho” a la seguridad, libertad, educación y seguridad económica, ¿cuál es el fundamento de estos derechos? ¿Acaso no son derechos humanos que pertenecen a la persona simplemente porque es humana, y por lo tanto están por encima de la autoridad de cualquiera para revocarlos? ¿O acaso son “derechos” que otorgan los que detentan el poder?
Estos derechos no pueden ser derechos humanos si la vida misma no es un derecho humano. El funcionario público que dice que el aborto puede ser legal está diciendo que la vida misma no es un derecho humano. Así es, lo que está diciendo es que algunos seres humanos (los que están en el vientre) pueden ser privados del derecho a la vida.
El obispo Elio Sgreccia, Vicepresidente de la Academia Pontificia de la Vida en la Ciudad del Vaticano, dijo: “Si no se respeta la vida, simplemente no existe la sociedad... todos los derechos presuponen el derecho a la vida. Si no se defiende el derecho a la vida, la defensa de cualquier otro derecho es inútil. Se vuelve una mentira, porque significaría que el derecho a trabajar, a vivir en sociedad, etc. se aplica sólamente a algunos y no a todos.” (Entrevista con Priests for Life, Mayo 2004)
Ese es el motivo por el cual el papa dice que cualquier declamación sobre derechos humanos es “falsa e ilusoria” sin el derecho a la vida.
El cardenal Renato Martino, Presidente del Consejo Pontificio Paz y Justicia en la Ciudad del Vaticano, dice: “El Santo Padre habla de la protección de la vida como la realización fundamental y respeto de los derechos humanos. Sin respeto al derecho a la vida, no es posible continuar con cualquier discusión sobre derechos humanos que debe basarse sobre el fundamento de la dignidad humana y el derecho a la vida.” (Entrevista con Priests for Life – Mayo 2004).
En resumen, permitir el aborto legal es un ataque a todo el orden moral. Si el aborto no está mal, nada está mal. Si está mal, la civilización perecerá a menos que se corrija la situación.