Deseo fervientemente que llegue el día 4 de noviembre, en parte porque ese día ejerceré una función clave como ciudadano de los Estados Unidos y del Reino de Dios.
Gracias a las leyes de “votación anticipada” hay muchos estados en los que la gente puede votar antes del 4 de noviembre. Eso es una excelente idea si se tiene en cuenta que el día de la elección pueden presentarse circunstancias inesperadas que nos impidan llegar al lugar donde se vota. (Para conocer las reglas de su estado, visite www.priestsforlife.org/states)
¿Por qué espero con tanto anhelo la votación?
Porque hay mucho en juego. Un ejemplo clave es la composición de las cortes.
La constitución establece la Corte Suprema y dice que el Congreso puede establecer otras cortes si así decide. Ahora bien, las cortes no tienen el derecho de sancionar leyes, solo las legislaturas pueden hacerlo. Se supone que las cortes resuelvan disputas relacionadas con la aplicación e interpretación de las leyes.
Sin embargo, en nuestros días las cortes han transgredido impunemente los límites de su autoridad y han creado políticas sociales, como por ejemplo el aborto irrestricto, que jamás recibieron el consentimiento del pueblo.
Algunos políticos piensan que eso está bien, porque entonces pueden echarle la culpa de todo lo que sale mal a las cortes en vez de responsabilizarse de arreglarlo. También les parece bien que los jueces traten a la Constitución como un “documento vivo”, tan “vivo” de hecho, que le crecen nuevos miembros y cabezas, y que se le hace decir cosas que en realidad no dice.
En cambio, hay otros políticos, que ven el rol de los jueces de una manera más exacta y precisa. A veces se los llama “estrictos construccionistas” (strict constructionist). Los jueces deben limitarse en sus opiniones judiciales a lo que la Constitución y las leyes intentan decir y dejar que los legisladores las reformen si fuera necesario.
Estas dos visiones divergentes del rol de los jueces constituye una cuestión electoral clave. Cuando evaluamos a los candidatos, debemos considerar sus posiciones en las cuestiones de coyuntura, pero también su opinión sobre el rol de los jueces. Algunos candidatos, cuando sean electos, tendrán un papel en la determinación de los jueces, incluyendo la Corte Suprema. El presidente designa jueces federales y magistrados de la Corte Suprema, pero el Senado de los Estados Unidos los confirma. Generalmente estos jueces federales mantienen su cargo en las cortes de por vida.
En los próximos años las cortes tendrán mucho que decir sobre la cuestión del aborto, la continuación o el desmantelamiento de Roe vs. Wade, la naturaleza del matrimonio, la libertad de culto y mucho más. Muchos analistas piensan que el remplazo de uno o dos magistrados en la Corte Suprema podría preparar el camino para la reversión de Roe vs. Wade. Esos relevos quedarán en manos del próximo presidente y del senado.
Las opciones que hagamos el 4 de noviembre y durante las semanas de elecciones anticipadas, afectarán a nuestra nación y al mundo por varias generaciones. Por eso, sí, estoy entusiasmado con esta elección y voy a trabajar como loco para obtener el mejor resultado.