El día lunes 30 de junio, Sacerdotes por la Vida expresó su satisfacción con la decisión de la Corte Suprema respecto al caso de Hobby Lobby. Después de un posterior análisis sobre esa decisión, seguimos animados por ella y sus implicaciones en nuestro propio caso que ya ha sido discutido en la Corte de Apelaciones del Circuito DC, la que podría emitir su decisión cualquier día, estableciendo posiblemente otro caso en la Corte Suprema en relación al mandato de HHS (Salud y Servicios Humanos).
En Hobby Lobby, la Corte expresó que la Administración de Obama estuvo equivocada al intentar forzar a ésta – y a otras empresas de ubicación similar – a que obedezca el Mandato de HHS mediante la provisión de una cobertura de aseguramiento para los “servicios” que la empresa consideró como moralmente objetables.
¿Por qué se equivocó la Administración?
Porque fuera de las circunstancias más inusuales, el gobierno no puede frenar el hecho de que las personas vivan su vida – y esto incluye a que lleven adelante sus empresas – según sus convicciones religiosas. El gobierno tampoco puede ser el que decide si esas convicciones religiosas son razonables.
La Corte Suprema lo ha dejado bien en claro en la decisión de Hobby Lobby.
Lo que sucede aquí es que la Administración de Obama desea expandir el acceso al aborto y la contracepción. De hecho, estoy convencido de que ObamaCare es un auxilio financiero de la tambaleante industria del aborto.
Ahora, si la Administración piensa que es un objetivo importante, le tenemos noticias: van a tener que alcanzarlo sin nosotros. No vamos a levantar ni un dedo para ayudarlos.
El caso que Sacerdotes por la Vida – y muchos otros grupos religiosos – han iniciado contra el mandato de HHS difiere de Hobby Lobby en varias maneras, incluso en el hecho de que la Administración ya le brinda a grupos como el nuestro una “concesión”, mediante la cual, si completamos un formulario del gobierno, la Administración afirma que no tenemos que proveer la cobertura para las prácticas objetables. Pero sólo diligenciar ese formulario abre el camino a una forma diferente en que nuestros empleados obtengan la cobertura. Por eso, como destacó el experto legal O. Carter Snead en un artículo reciente, mientras estamos deciendo“No”, la manera en que debemos decirlo es que opera como un “Sí”.
Estamos animados por el caso de Hobby Lobby dado que la Corte declaró con claridad que mientras este “préstamo” puede ser una solución para las empresas, puesto que tenerlo restringe en menor medida la libertad religiosa que el no tenerlo, la Corte no se decidió en cuanto a si el préstamo era la solución correcta para aquellos que la objetan. En otras palabras, Hobby Lobby no estaba objetando su préstamo, que no tuvieron en primer lugar, sino la provisión de un aseguramiento para las prácticas objetables. Y la Corte expresó que no era su deber cuestionar la razonabilidad de esas objeciones.
Para nosotros, entonces, nuestra objeción al préstamo cae dentro de la misma categoría que una creencia religiosa sostenida con sinceridad que – como lo expresó la Corte Suprema – el gobierno no puede forzar a los creyentes a que la violen.
Si el gobierno desea brindar a los ciudadanos la cobertura por aquello que enseñamos que es inmoral, lo pueden hacer ellos. No busquen cooperación, autorización o asesoramiento de nuestra parte. Ese es el enfoque menos restrictivo a nuestra libertad religiosa y es por eso que permanecemos confiados mientras esperamos la decisión sobre nuestro propio caso.