Ellos sienten el dolor; protejámoslos

 
Fr. Frank Pavone
National Director, Priests for Life
June 15, 2015


Una legislación histórica, --enfocándose en el dolor que sienten los niños cuando están siendo asesinados de cuenta del aborto--, será votada en la Cámara de Representantes de Estados Unidos ésta semana, posiblemente para el segundo aniversario (Mayo 13) de la condena del abortista Kermit Gosnell. Su juicio atrajo la atención y la conciencia pública sobre el aborto de etapa tardía.

Ésta medida es conocida como “Ley de Protección del Niño No-nacido capaz de dolor” (H.R 36), la cual establece que a partir de las 20 semanas de  gestación en adelante, los niños dentro del vientre no pueden ser asesinados con el aborto.

Estos niños sienten dolor,  y proteger a todos los infantes del dolor es motivo más que bueno y suficiente para que el Estado los proteja del aborto.

Consideren el hecho de que, hasta hace no mucho,  se pensaba que los neonatos no podían sentir dolor.   Tanto en los neonatos como en niños prematuros se llevaban a cabo cirugías con la mínima anestesia, o de plano sin ella.  No obstante  desde 1986, ésta práctica ha sido inaceptable, y ahora se reconoce el hecho de que ellos pueden experimentar el dolor de forma severa.

El dolor no puede ser medido directamente.  El niño no-nacido no puede decir ¡Ouch!  Lo que más bien debe ser examinado son cosas como la reacción al estrés, medido por la cantidad de ciertas hormonas liberadas en el torrente sanguíneo, así como la presencia y desarrollo de varias estructuras anatómicas necesarias para la transmisión y percepción del dolor.  Algunos estudios han demostrado varias reacciones hormonales así como la “plena respuesta corporal sensitiva” , cuando el cuerpo entero reacciona al estímulo del dolor, en vez de hacerlo únicamente en alguna parte del cuerpo, como sucedería en el caso del reflejo.  Mas aún, en ésta etapa el niño no-nacido ya cuenta con los tres elementos clave necesarios para la percepción del dolor: -los sensores de dolor a lo largo del cuerpo, el tálamo del cerebro, y las conexiones nerviosas que unen a ambos a través del nervio espinal.   La corteza cerebral no es necesaria para sentir el dolor.

Más grave aún, es el hecho de que el no-nacido puede llegar a sentir un dolor más intenso que el padecido por un adulto en tanto existe evidencia probada de que los mecanismos inhibidores del dolor, parecen desarrollarse después que lo hacen aquellos que activan la percepción del mismo.

Ésos son los temas que debemos exponer cuando discutimos ésta legislación con la familia,  con los amigos, los líderes de la comunidad,  miembros de la Iglesia  y colegas del trabajo.  No hablemos tanto sobre los “límites” o “restricciones sobre el aborto”,  aunque ello sea válido.  Hablemos más bien sobre la realidad de que éstos bebés sienten dolor. La mayoría de personas que se oponen a la eliminación del aborto, no obstante, se preocupan por proteger a los niños de sentir dolor.

Ahora el Presidente Obama, bien sea por sus propias posiciones, o bien por la obsesión del Partido Demócrata  en permitir el asesinato de niños en gestación,  vetaría ésta legislación en caso de llegar al despacho oval.  No obstante, tendremos un Presidente en la Casa Blanca que en poco, votará ésta iniciativa legislativa.  El proceso debe comenzar ahora mismo, de igual modo que dio comienzo el proceso para proteger a los niños del aborto por nacimiento-parcial bajo el mandato del presidente demócrata y pro-abortista Bill Clinton.  Éste será un esfuerzo multi-Congresista.   Habrán de darse los debates, y se desarrollarán tanto las posiciones como los argumentos diversos; los legisladores deberán sentar un récord, y el público tendrá que ser educado al respecto.  Más aún,  la posición del legislador debería ser un asunto qué revisar para su posible elección, si es que él o ella, pretenden lanzarse a la contienda presidencial por la Casa Blanca en 2016.

Desde una dimensión moral, todo aborto es intrínsecamente maligno, a pesar de que la maldad de cada aborto no sea igualmente evidente al público.  Nuestro objetivo y meta es proteger a todo niño y niña, pero si la voluntad legislativa no es una realidad concreta por ahora, en orden a proteger todos los infantes por igual; entonces no sólo es moralmente permisible sino moralmente obligatorio hacer todo lo posible para defender a los niños que el cuerpo legislativo está dispuesto a proteger en la actualidad.  Algunas personas creen de forma errada que, en tanto ésta ley no protege a todos los niños por igual,  debemos no estar a su favor.  Ellos creen equivocadamente que somos culpables de no hacer lo que no estamos en capacidad de hacer.  Pero esto no es cierto.  Antes bien, nos volveríamos culpables de no hacer lo que sí estamos en capacidad de hacer;  y ésta ley,  en sus actuales condiciones, podría de hecho salvar la vida de por lo menos 18.000 niños no-nacidos cada año en Los Estados Unidos.

 

 

 

 

 

 

                                             


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