La más Alta Virtud en el Discurso Político

 
Fr. Frank Pavone
National Director, Priests for Life
June 29, 2015


Tal y como lo señalo en mi nuevo libro “Aboliendo el Aborto” (cuya publicación se espera en Agosto próximo por parte de la editorial Thomas Nelson & Harper Collins), existe un punto muerto de enorme profundidad sobretodo en lo que respecta a las perspectivas y políticas propugnadas por muchos empleados públicos de la Nación en relación a los no-nacidos.  Hillary Clinton encabeza la lista de ésta encrucijada.  Su actitud frente a los niños dentro del vientre materno es que no sean bienvenidos al disfrute de la protección constitucional elemental que nuestra Nación provee frente a la vida de cualquier otra persona.

Igual se sabe que Hillary pretende la nominación como candidata presidencial de su partido, y el Partido Demócrata está afectado por ésta misma incapacidad de visión tan severamente, que es imposible siquiera imaginar a cualquier persona pretender la nominación de ése partido sin que comparta tal miopía en relación a los niños no-nacidos.

Muchos dirán ahora que, aún en el debate político,  tenemos que ser “amables”.  De forma particular en los círculos de la Iglesia,  en tanto nos adentramos en el ciclo de la contienda política de 2016,  los llamados y peticiones para que nos comportemos amablemente serán mayores que los llamados que se harán en favor de los niños en el vientre materno.

No obstante, el hecho es que  aplicar reglas de “urbanidad ” no es la mayor de las virtudes en el discurso político.  La honestidad en cambio, sí.  Esto no infiere de modo alguno que tengamos que ser rudos o toscos en nuestro trato.  Ciertamente, tampoco significa que nos quedemos  sentados en la retaguardia,  pretendiendo que lo único que importa es conservar “las buenas maneras” evitando tomar partido, cuando está sucediendo alrededor nuestro un deleznable holocausto infantil,  mientras un partido político no sólo lo niega sino que lo anima y promueve.  Alguien debe empezar a sonar las alarmas. Perfectamente podemos ser nosotros.

Es sin duda interesante que Cecile Richards, quien encabeza la industria de aborto más grande del mundo (Planned Parenthood) - Planificación Familiar -,  realizó un llamado público recientemente sobre la necesidad de conversar sobre el aborto.  Sin embargo, el movimiento Pro-Vida ha estado realizando el mismo llamado y comprometiéndose en dicho esfuerzo por décadas.  ¿Qué causa que los patrocinadores del aborto, sientan de repente la necesidad de hablar sobre el mismo? Nunca lo han hecho, y continúan sin hacerlo.  Todas sus charlas y conversatorios sobre “el derecho al aborto” nunca hablan sobre el aborto como tal sino sobre la elección, la libertad, la salud de la mujer, los derechos constitucionales, etc.  Ni una sola vez, en los comentarios de Cecile Richards, ni en los discursos del Presidente Obama, ni por parte de ninguno de los patrocinadores de ésta industria abortista, se oirá mencionar palabra alguna en relación al procedimiento del aborto en sí mismo.

Cuando el Senador Rand Paul recientemente interpeló a Debbie Waserman Schultz,  jefe del partido Demócrata,  para que contestara si ella pensaba que estuviera bien abortar a un bebé que pesase 7 libras en el vientre materno,  ella se rehusó a responder de forma directa.  De nuevo, no es cierto que ellos deseen conversar y hablar sobre el aborto.  Mas bien, sólo desean pretender que hablan o discuten sobre el aborto.

Éste callejón sin salida sigue vigente.  Depende de nosotros que hagamos un llamado a la honestidad,  en tanto es la virtud suprema del discurso político.   Con propuestas políticas en marcha que buscan proteger la vida del no-nacido a partir de la semana número 20,   y también para librarlos de un aborto por desmembramiento,  es más que justo y urgente preguntarle a cualquier empleado público y/o patrocinador de la industria abortista en cualquier profesión,  por qué desmembrar a un niño en el vientre de su madre, debe continuar siendo permitido en nuestra Nación.

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