Santa María, Madre de Dios,
en el nacimiento de tu Hijo Divino,
Le diste la bienvenida a los pastores
que habían escuchado el anuncio de Navidad en los campos,
y las Buenas Nuevas de gozo que serían compartidas por todas las gentes.
Permaneciendo Siempre Virgen,
les mostraste tu Criatura,
Quien había nacido milagrosamente.
Cuando te vieron a ti y a tu niño,
entendieron lo que se les había dicho por el ángel.
Este era en verdad El Salvador de todas las gentes,
los humildes, los pecadores, los abandonados,
los temerosos, los pobres y los marginados.
El Dios de ellos se había hecho un pequeño bebe,
accesible a todos, no amenazante, no inspirando temor,
sino inspirando sonrisas tiernas, riza gentil y corazones alegres.
Dios en verdad estaba con nosotros,
El Salvador en verdad había llegado
y el Cielo estaba en verdad casado con la Tierra.
Gracias, Virgen Madre, por tu rol
en mostrarle la faz de Cristo al mundo
y la salvación de todos en el nacimiento de tu Bebé.
Continúa mostrándonos a todos
la belleza de cada niño
y la Faz de Dios en cada criatura, ya nacido y sin nacer.
Traer a estos niños tu protección,
y en dándoles la bienvenida,
que nosotros demos la bienvenida a tu Niño Divino,
Quien es El Señor por los siglos de los siglos. Amen.