María, hoy te honramos
bajo tu primer y más grande título,
Madre de Dios.
El Niño concebido en tu vientre
por el poder del Espíritu Santo,
es en verdad Dios Todopoderoso,
engendrado y no creado
consubstancial con El Padre.
Que mejor recordatorio existe
de que toda madre no es dueña de su propio hijo
sino que se les confía este precioso regalo
y que tendrá que darle cuentas a Dios
por la forma en que recibe y cuida ese regalo.
Convierte las mentes y los corazones de todos los que piensan
que la decisión por la vida o la muerte de su criatura
les pertenece a ellos.
Traerlos a la luz de Cristo,
Quien solo es el Señor de la vida humana.
Y bendice y anima, Oh Madre de Dios
a todas aquellas que tienen miedo de ser madres.
Bendice y anima a todos aquellos
que tienen miedo de ser padres.
Bendice y anima a todos aquellos
que tienen miedo de ser abuelos.
Concede, por tu maternal intercesión,
que todos ellos puedan vigorosamente resistir
toda tentación de abortar que les venga en su camino.
Derrota todos los esfuerzos de aquellos en nuestra cultura
quienes buscan destruir la maternidad
y que venden el aborto como si fuera cosa buena.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de las promesas de Cristo. Amen.