A finales de febrero, tuve el privilegio de ser recibido en el Vaticano como miembro de la Academia Pontificia para la Vida, la cual fue establecida en 1994 por el Papa Juan Pablo II. Esta entidad tiene como “tarea específica el estudiar y proveer información y entrenamiento acerca de los principales problemas de la ley y la biomedicina en lo relacionado con la promoción y protección de la vida, particularmente en la directa relación que tienen con la moral Cristiana.”
Dos miembros del equipo de Sacerdotes por la vida también fueron invitados: Janet Morana, cofundadora de la campaña para despertar conciencia “No Mas Silencio”, y la doctora Theresa Burke, quien fundó el Viñedo de Raquel.
El grupo se reunió con el Papa Benedicto. El dijo en su presentación, “Es necesario suministrar la ayuda necesaria a las mujeres que lamentablemente ya han recurrido al aborto, y quienes ahora experimentan todas las implicaciones de esta tragedia moral y existencial. Hay diversas iniciativas a nivel diocesano o a través de entidades individuales voluntarias, que ofrecen apoyo psicológico y espiritual para una recuperación humana completa. La solidaridad de la comunidad Cristiana no puede desentenderse de este tipo de corresponsabilidad.” Básica
El Papa también hablo enfáticamente sobre la responsabilidad de los doctores:
“Los doctores no deben evitar comprometerse en la defensa en contra del engaño de la conciencia de muchas mujeres, quienes piensan que encontrarán en el aborto una solución a dificultades familiares, económicas o sociales o al problema de salud de sus hijos. Especialmente en esta última situación, la mujer es convencida, con frecuencia por los mismos doctores, que el aborto representa no solamente una opción moralmente aceptable, sino que además es un acto “terapéuticamente” necesario.
También dijo que los doctores deberían “Continuar afirmando que el aborto no soluciona nada, pero en cambio si asesina a un niño, destruye la mujer y enceguece la conciencia del padre de la criatura, con frecuencia destruyendo la vida familiar.”
El Papa amplio la idea de los padres señalando que: “Sería muy útil prestarte atención a los padres de las criaturas, quienes con frecuencia abandonan a las mujeres embarazadas. Es obligación de la conciencia moral el discernir entre el bien y el mal en las diferentes situaciones de la existencia.”
Aunque los hombres no pueden abortar, ellos si cometen el pecado del aborto. El “abandono” del que habla el Papa con frecuencia consiste en decir que es la decisión de la mujer. Esto hace que ella se sienta sola y desesperada, e incrementa la tentación de abortar. El hombre, por el contrario, está llamado a apoyar a la mujer y al bebe diciendo: “podemos hacer lo que es correcto.”
Finalmente, el Papa nos recordó a todos que “Es necesario para toda la sociedad defender el derecho a la vida de quienes han sido concebidos y el verdadero bienestar de la mujer quien, nunca, bajo ninguna circunstancia podrá realizarse al elegir el aborto.”
Como una de tantas entidades del Vaticano – fundamentalmente el Concejo de Bioética para el Papa y la Iglesia -- la Academia para la Vida es un asunto de gran importancia para la Iglesia. Usted puede hacer seguimiento de sus actividades y publicaciones en www.AcademiaVita.org.