Las encuestas muestran que, en el año 2000 entre aquellos que se denominan cristianos, sólamente el 50 % estaba registrado para votar. El día de la elección, sólo la mitad de los cristianos que estaban registrados se presentaron a votar. El voto cristiano ha declinado un 10 % desde 1994.
Después nos sentamos y nos preguntamos por que las políticas de nuestro país son cada vez menos cristianas. Y recuerde, algunas elecciones se ganaron por 90 votos. Una sola congregación y los esfuerzos de un solo párroco podrían haber marcado la diferencia.
Una de las razones por la que algunos cristianos no votan, es porque se lo dicen sus líderes. Algunos cristianos piensan que es más justo no votar cuando la nómina de candidatos no es tan buena. Se sienten comprometidos, sucios o aún pecadores por haber votado por alguien con quien no están de acuerdo.
Es cierto que votar por alguien que promueve políticas no cristianas, precisamente porque Ud. las desea, al tiempo que rechaza otra mejor alternativa viable, es ciertamente pecaminoso. Pero cuando uno se enfrenta con dos candidatos, ninguno de los cuales es perfecto (¡Sorpresa!), pero uno de los cuales tiene convicciones claramente más cercanas al Evangelio que el otro, es perfectamente legítimo votar por el mejor.
Algunos, equivocadamente llaman a esto «votar por el mal menor.» No lo es. En este ejemplo, uno no está eligiendo ningún mal. En cambio, uno está eligiendo un bien. El bien es la reducción, en la medida de lo posible, del mal existente.
Un ejemplo claro se presenta con el aborto. Actualmente, todos los abortos son legales. Si un candidato desea eliminar más abortos que otro, mi voto por el que quiere eliminar más puede verse como un esfuerzo por reducir el mal del aborto legal; y una opción para reducir el mal es precisamente un bien.
Ahora, algunos cristianos, al no encontrar a un candidato que esté dispuesto a eliminar todos los abortos, no votan. Es un error, sin embargo, que estos cristianos piensen que se «ensuciarán» al votar a un candidato imperfecto. El voto no es un voto para la canonización, ni tampoco es una declaración que uno esta de acuerdo con cada posición que toma el candidato. (¡La única forma de hacer eso es votando por uno mismo!)
¿Qué es entonces el voto? Es un ejercicio práctico de liderazgo, en el cual hacemos nuestra parte para que tome el poder gente que puede mejorar las políticas de nuestro país. Tanto nosotros como los funcionarios electos estamos obligados a introducir las mayores mejoras posible en un momento dado. Al mismo tiempo, nadie esta moralmente obligado a hacer lo imposible, y es perfectamente legítimo reconocer los límites de lo posible.
Todo aborto esta mal, y la opción pecaminosa de otros, no la nuestra, los ha hecho legales. Ningún voto puede terminar con ellos hoy. Pero un voto que ayuda a reducir el mal es, de hecho, un bien.