Si queremos cambiar la forma en que la gente piensa, habla y actua en relación con los niños por nacer no deseados, tendremos que cambiar la forma en que piensan, hablan y actuan con relación a los niños por nacer deseados. Como nos referimos a ellos muestra la presencia de una persona, o algo menos que una persona. Tomemos cuatro simples ejemplos.
Primero, aún los mejores defensores de la vida dicen, "Estoy esperando un hijo". Pero si uno está "esperando" a alguien, esa persona no ha llegado aún. Nuestro mensaje es que el niño por nacer ya está aquí, y es una persona completa. Una mujer embarazada ya es una madre que tiene un hijo. "Llevo un niño" es más apropiado, y al contar cuantos niños tiene, el niño que lleva en el vientre cuenta como uno, no como "un medio" o como uno "en camino".
Esto lleva a la cuestión de la elección del nombre del niño. A menudo se le pregunta a una mujer embarazada si "ya ha elegido un nombre". En la Cultura de la Vida, cada persona tiene un nombre. Demorar la práctica de elegir un nombre hasta el nacimiento solo refuerza la idea que no hay una persona hasta el nacimiento. Debería elegirse un nombre y usarlo en el momento que se detecta el embarazo. El problema concreto es, por supuesto, que no se conoce el sexo del bebé inmediatamente. Recomiendo, entonces, elegir dos nombres. Pero la clave es el tiempo de la decisión. En otras palabras, los nombres se eligen definitivamente en el momento que se descubre el embarazo. No son solamente nombres posibles. Cuando se conoce el sexo, uno de los dos permanecerá.
Otra práctica común refuerza la noción que la persona existe desde el nacimiento. Observen como celebramos los cumpleaños, pero no celebramos los Primeros Días. De hecho, la Cultura de la Vida, debería distinguirse por la costumbre de celebrar el día que la persona comenzó a existir, que es, por supuesto, nueve meses anterior al cumpleaños. Es cierto que no conocemos el día con exactitud, pero eso no debería significar que lo ignoremos totalmente. Todos existimos, vivimos y crecimos antes de nuestro cumpleaños, y la celebración de un "Primer Día" nueve meses antes del nacimiento enviaría un mensaje significativo a nuestra cultura.
Finalmente, la triste realidad de la pérdida de un embarazo es un hecho común. La Cultura de la Vida reconoce que esta es una pérdida de un niño que es una persona íntegra. No es la pérdida de un concepto o una posibilidad, sino de un niño real, que tiene un cuerpo. Cuando sea posible, por supuesto, debe administrarse el bautismo aunque sea condicional, en caso que el bebé todavía esté vivo. Mas aún, debe hacerse todo esfuerzo razonable, para llevar los restos de este niño y retornarlos a la tierra a través de un sepelio adecuado. Para ello necesitamos la colaboración generosa de los cementerios y las iglesias para que esta práctica se vuelva más común.
Los bebés en el vientre son personas enteras, reales. Estos cuatro pasos constituirían buenas formas para continuar despertando a nuestra cultura a este simple hecho.