Sea un año de elección o no, veo que Sacerdotes por la Vida hace eco en forma clara y estridente del deber de los ciudadanos de informarse sobre cuál es la postura de los candidatos en ciertos asuntos. Esta evaluación empieza, por supuesto, viendo cuál es su postura ante la violencia contra los seres humanos, porque si los servidores públicos no pueden ver la diferencia entre servir al público y matar al público, entonces no deberían de ocupar esos puestos.
¿Y si el candidato apoya el terrorismo? Dirían los ciudadanos, “Bueno, yo estoy en desacuerdo con usted sobre el terrorismo, pero ¿cuál es su plan tocante a la salud? Quizás podríamos trabajar juntos en algunos programas sociales. Después de todo, el terrorismo no es el único asunto.”
El paralelo, por supuesto, es el aborto. “Típicamente, el cráneo es sacado en fragmentos en vez de en una sola pieza” (Asesino de Niños Martin Haskell, en 1999 en su testimonio en la Corte en Wisconsin, con relación al aborto legal). ¿Cómo es que puede argumentarse que la ruptura del cráneo, que sigue siendo legal, es menos violenta que el terrorismo? ¿Cómo puede argumentarse que esto se puede tolerar mientras trabajamos con el candidato en programas “sociales”? El corazón de lo “social” es que respeta a la otra persona – y esto significa no romperles el cráneo. Nosotros luchamos contra el terrorismo y con toda razón. Pero cuando, al mismo tiempo, permitimos el aborto, el mal contra el que luchamos se convierte meramente en un reflejo del mal que hacemos.
Y no solamente la posición de los candidatos es la que importa. Sino también la posición del partido político al que pertenece el candidato. Las elecciones llevan al poder no solamente al candidato sino al partido político. ¿Cómo es que la posición de esos partidos ante asuntos claves, no va a importar al evaluar a quién vamos a apoyar?
Muchos van a apoyar un partido determinado porque es una tradición familiar (¿o una tradición de la iglesia?), o porque son compinches de líderes en ese partido que apoyan programas sociales a cambio de su silencio sobre la matanza de niños. Esta es con frecuencia la razón de la perpleja resignación frecuentemente observada entre los líderes de la Iglesia en lo relacionado al asunto del aborto.
No solamente es una observación exacta, pero es perfectamente legítimo decirlo, aun en la Iglesia. Yo sé, porque Sacerdotes por la Vida ha pasado por escrutinios hechos por el IRS en estos puntos. Después de todo, es una obra corporal de misericordia “instruir al ignorante.” Es por esto que en Sacerdotes por la Vida nosotros tenemos información sobre los candidatos y sobre los partidos políticos, y sobre cómo evaluarlos. Ver www.priestsforlife.org/candidates.
Cuando yo predico – y ayudo a otros sacerdotes a predicar – el claro mensaje de que tanto los candidatos como los partidos deben defender la vida, algunos – incluyendo al clero – se quejan diciendo que mi mensaje hiere a su candidato o partido favoritos. ¿Mi respuesta? “Ve y dile a tu candidato o partido favorito que se quite la sangre de los bebés de sus manos y se ponga finalmente a favor de defender la vida. Así mis palabras no lo volverán a herir nunca más.”