Si un candidato que apoya el terrorismo pidiera su voto, le diría acaso: "Estoy en desacuerdo en cuanto al terrorismo, pero ¿qué opina Ud. de estas otras cuestiones?"
Lo dudo.
De hecho, si un simpatizante terrorista se presentara pidiendo su voto, inmediatamente sabría que esa posición descalifica al candidato para la función pública, sin importar cuan bueno fuera en otras cuestiones. El horror del terrorismo empequeñece cualquier bondad que pudiera encontrarse en los planes de vivienda, educación o salud del candidato. Ni siquiera preguntaría sobre esos planes.
Entonces, por qué hay tanta gente que dice: "Este candidato favorece el aborto legal. Yo estoy en desacuerdo, pero voto por esta persona porque tiene buenas ideas sobre salud (o cualquier otro asunto)"
Tal postura no tiene ningún sentido, a menos que uno sea totalmente ciego a la violencia del aborto. Por supuesto, ese es el problema. Sólo necesitamos ver lo que es el aborto, o leer las descripciones de los mismos aborteros y la evidencia es clara. (¡USA Today rehusó venderme espacio para un aviso que citaba aborteros describiendo su trabajo porque los lectores podrían traumatizarse sólo con las palabras!)
El aborto no es menos violento que el terrorismo. Cualquier candidato que dice que el aborto debe seguir siendo legal, se descalifica a si mismo para la función pública. No necesitamos mirar más allá, no prestamos ninguna atención a lo que tenga que decir sobre otras cuestiones. Apoyar el aborto es suficiente para que decidamos no votar por esa persona.
El papa Juan Pablo II lo señala de esta manera: Se ha hecho habitual hablar, y con razón, sobre los derechos humanos; como por ejemplo sobre el derecho a la salud, a la casa, al trabajo, a la familia y a la cultura. De todos modos, esa preocupación resulta falsa e ilusoria si no se defiende con la máxima determinación el derecho a la vida como el derecho primero y fontal, condición de todos los otros derechos de la persona. (Christifideles Laici, 1988).
Falso e ilusorio. Son palabras fuertes y claras que nos llaman a seguir reflexionando.
"Estoy a favor de programas de salud adecuados e integrales." Hasta ahí, todo bien, pero en cuanto dice que un procedimiento que arranca los brazos de pequeños bebés constituye "cuidado de la salud", su entendimiento de estos términos es obviamente bastante distinto del significado real de las palabras. En una palabra, pierde credibilidad. Su reivindicación sobre el cuidado de la salud es "ilusoria". Suena bien, pero de hecho es destructiva, porque encubre un acto de violencia.
"Mi plan de vivienda será exitoso." Bueno. Pero, ¿para qué son las casas, si no para que la gente viva en ellas? Si permite el asesinato de niños que de otro modo vivirían en esas casas, ¿cómo se supone que yo me entusiasme con su proyecto de vivienda?
Es fácil confundirse con los argumentos en un año electoral. Pero si uno comienza por preguntar a los candidatos cual es su postura sobre el aborto, se pueden eliminar un montón de preguntas adicionales que ni siquiera se requiere hacer.