El domingo 15 de mayo en ABC "This Week", George Stephanopoulos entrevistó al senador John McCain y compartió con él los siguientes pensamientos que yo había incluido en un boletín de prensa: "Es una lástima que el senador McCain se haya unido a aquellos senadores que están tratando de evitar que varones y mujeres piadosos que han nominados por su presidente y apoyados por la mayoría del senado, puedan servir en las cortes de la nación. No habrá iglesia en los Estados Unidos que no sepa exactamente quienes son esos senadores."
El senador respondió en una parte, "Lamento que esta sea la forma en que encaramos en los Estados Unidos un asunto muy serio... Creo que como gente razonable deberíamos... sentarnos y resolver juntos esta cuestión."
El senador McCain está en lo cierto en cuanto a que este problema de resolverse de manera razonable. Si ese hubiera sido el caso desde el comienzo, no tendríamos senadores bloqueando una votación para confirmar designaciones judiciales de personas con excelentes calificaciones que ya cuentan con el apoyo de una mayoría de senadores.
Más aún, hay una base muy razonable para esos comentarios míos que parece lamentar el senador McCain. A pesar de las mejores intenciones del senador y de otros, el efecto práctico de los filibusters actuales es que aquellos que desean ser fieles a la ley de Dios son excluidos. Por ejemplo, tomemos el caso de un fiel católico como Bill Pryor de Alabama. En las audiencias de confirmación previas, Dianne Feinstein le dijo: "Virtualmente en todas las áreas tiene Ud. una visión muy fuerte que continua y se manifiesta de múltiples formas. Sus comentarios sobre Roe lo llevan a uno a creer, ¿podrá quizás, de repente abandonar esos comentarios y ser juez?"
Otros senadores hicieron comentarios del mismo tenor. Ted Kennedy, por ejemplo, dijo "Creo que la cuestión muy legítima es... si Ud. tiene una agenda o no, porque muchas de sus posiciones reflejan no solo una defensa, sino una convicción profunda y una filosofía..."
Uno no puede ser un creyente fiel y no tener convicciones profundas. La fe captura y cambia la totalidad de la propia vida, la filosofía, las acciones públicas y privadas. Pensar que por ello uno no puede al mismo tiempo ser un buen juez es un sesgo contra los creyentes. Ese error ignora tanto el rol de la fe como la sólida base racional de sus principios. No digo que sea un intento deliberado de excluir a los católicos. Digo que este tipo de preocupaciones, expresada por quienes lideran los filibusters, en los hechos, cierran la puerta a aquellos que viven su fe de la forma en que la Iglesia lo exige. Una aproximación razonable al problema de los filibusters no podría permitir ello.
El senado decidirá pronto si insiste en permitir que aquellos nominados, que cuentan con el apoyo de una mayoría, puedan recibir esos votos. Si aún no ha llamado a sus senadores, hágalo hoy mismo (202) 224-3121. Pídales que apoyen la "opción constitucional" que permitirá que continúen las votaciones, como dice la Constitución que debe ser.