Si pensamos en el infierno nos imaginamos gritos que salen de las llamas, o la risa siniestra del Diablo. Pero recientemente oí un sonido de aplausos que provenía de allí.
Lo que escuché fue la grabación de una presentación del Dr. Martin Haskell durante la 16ª asamblea anual de la Conferencia de la Federación Nacional del Aborto (National Abortion Federation Conference) que se realizó en San Diego en 1992. Era una reunión de aborteros, varones y mujeres que se ganan la vida matando bebés. Haskell describió para su audiencia como se hace un aborto de parto parcial. En sus propias palabras, he aquí la forma en que se hace éste procedimiento.
“El cirujano introduce unos fórceps grandes… a través de la vagina y el canal cervical… Mueve cuidadosamente la punta del instrumento hacia las extremidades inferiores del feto y tira de una extremidad hacia la vagina… El cirujano utiliza sus dedos para sacar la extremidad inferior opuesta, después el torso, los hombros y las extremidades superiores. El cráneo se encaja en el orificio interno. Se acomoda el feto… la columna vertebral hacia arriba… El cirujano toma con la mano derecha un par de tijeras curvas de Metzembaum…el cirujano fuerza las tijeras en la base del cráneo, abre las tijeras para agrandar la abertura. El cirujano introduce un catéter de succión en este agujero y evacua el contenido del cráneo.”
Después de describir estos detalles brutales, Haskell le muestra a la audiencia un video donde aparece él haciendo uno de estos procedimientos. Al final del video, después del sonido de la máquina de succión que aspira el cerebro de la cabeza del bebé, la audiencia aplaude.
Mis amigos, ese es un aplauso del infierno.
A veces hablamos del “fuego del infierno”. Sin embargo, es igualmente cierto que el infierno es muy frío. Es la ausencia de toda conciencia, de toda piedad, de todo amor. Ese tipo de infierno se refleja en la tierra cuando un grupo de seres humanos puede sentarse alrededor de una máquina de video, ver a alguien que asesina deliberadamente a un bebé y aplaudir. Ese es el corazón y el alma de la industria del aborto. Ese es el corazón y el alma de la “elección” (pro-choice).
Es la misma actitud escalofriante de la que se arrepintió el Dr. Bernard Nathanson. La que describe cuando cuenta como se sentía después de haber matado a su propio hijo con un aborto. “Les juro que no tenía sentimientos aparte de sentirme satisfecho, el orgullo de mi destreza. Al inspeccionar los contenidos de la bolsa sólo sentí la satisfacción de saber que había hecho un trabajo minucioso”. (The hand of God, p.60).
Estoy convencido que la primera y más efectiva de todas las formas de combatir el aborto es exponiéndolo. La gente necesita oír las descripciones de estos procedimientos, observar como se ve, ver por un instante la corrupción absoluta de la industria del aborto. San Pablo les dice a los Efesios, “No participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, antes bien, denunciadlas”. (Ef. 5:11) ¡Pongamos en práctica las palabras de Pablo y diseminemos la información de esta columna!