El Año Jubilar de la Misericordia y nuestro Compromiso con los Niños dentro del Vientre

 
Fr. Frank Pavone
National Director, Priests for Life
April 20, 2015


Es tiempo de que se abran todavía más las puertas de la Misericordia para el Pueblo de Dios.  Jesucristo mismo es La Misericordia de Dios.  Creer en Él es creer en la Misericordia; ser testigos suyos, es ser testigos de La Misericordia.  Y La Iglesia desea que nos volvamos expertos en éste asunto.

Es por ello que El Papa Francisco ha declarado el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, a ser observado a partir del 8 de Diciembre de 2015 (Solemnidad de la Inmaculada Concepción)  y hasta el 20 Noviembre de 2016 (Solemnidad de Cristo Rey).

El 11 de Abril de 2015, En la Vigilia del Domingo de la Divina Misericordia, el Papa emitió el documento que explica el propósito y visión de éste especial Año Santo. Dicho año,  coincide perfectamente con nuestro compromiso de rescatar a los niños de la violencia del aborto.

El Papa Francisco señala que la Misericordia se ve en las acciones de Dios, y debe reflejarse en las nuestras.  Indica que el Salmo 146  “Da cuenta de las señales concretas de Su Misericordia: “El Señor asegura la justicia para los oprimidos; da alimento a los hambrientos. El Señor libera a los prisioneros; El Señor abre los ojos de los ciegos. El Señor ensalza a los pequeños; El Señor ama a los justos.”  En suma, la Misericordia del Señor no es una idea abstracta, sino una realidad concreta a través de la cual Él revela y manifiesta Su Amor así como un padre o una madre, movido desde las entrañas para con sus hijos. (n.6)

Naturalmente, más adelante en el documento, El Papa apunta como esto se lleva a cabo en la propia descripción que Jesús hace sobre su ministerio, como aquella que “proclamará la libertad a los cautivos.”

Por tanto, si hemos de vivir la Misericordia, El Papa explica que debemos “aspirar a la experiencia de abrir nuestros corazones a aquellos que viven en las periferias marginales de la sociedad:  periferias que crea la misma sociedad moderna.  Cuántas incertidumbres dolorosas existen en el mundo de hoy! Cuántas son las heridas que hay en la carne de aquellos que no tienen voz porque su grito es ahogado y sofocado…Abramos nuestros ojos y veamos la miseria del mundo, las heridas de nuestros hermanos y hermanas a quienes se les niega su dignidad, y reconozcamos que estamos llamados a acudir a su grito de auxilio” (n. 15)

Como señaló en su encíclica Evangelii Gaudium, los más indefensos de todos, son los niños no-nacidos.  Ciertamente ellos viven en “las periferias que crea la sociedad moderna” con su falsa y destructiva declaración de que no son personas, y por tanto, no merecen la protección de la ley.

Vivir la Misericordia significa visualizar su miseria y hablar en su nombre. La muerte es el resultado del pecado.  La Misericordia no sólo perdona nuestro pecado, sino que nos rescata de la muerte.  El Año Santo, escribe el Papa, es “para proclama la libertad a quienes se encuentran sujetos bajo formas nuevas de esclavitud en la sociedad moderna…para restaurar la dignidad de todos aquellos de quienes ha sido arrebatada” (n. 16). Practiquemos la Misericordia con los niños dentro el vientre, hablando en su nombre y rescatándolos de los umbrales de la muerte!


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