“Dios nos eligió en Cristo antes de la creación del mundo para que fuéramos santos y sin mancha en su presencia.” (Véase Efesios 1:5)
El sábado 12 de julio tuve el gozo de bautizar a tres bebés elegidos por Dios desde toda la eternidad para vivir. Un motivo particular de gozo y celebración fue que dos de estos bebés fueron salvados del aborto. Sus madres habían ido a un abortuario en Allentown, Pensilvania, pero los consejeros que estaban en la acera intervinieron y las ayudaron a encontrar la fuerza para decir “no” al aborto y “sí” a la vida.
La Iglesia estaba llena de activistas pro-vida, incluyendo los consejeros que intervinieron. Todos estabamos inmersos en la gran alegría que ofrece la victoria de la vida. Una vez que la ceremonia fue programada, la anuncié a nivel nacional para que asistieran todos los que pudieran, pero también para que todo el movimiento pro-vida fuera alentado por esta celebración de victoria.
Yadira, una de las madres que le dio la espalda al aborto ya había entrado a la clínica. Sin embargo, unos momentos más tarde encontró la fortaleza para salir, porque vio una imagen en un folleto que uno de los consejeros le había dado. Esa imagen mostraba un niño abortado. Revelaba la realidad de lo que el aborto le hace a un bebé y Yadira supo que no podía hacerle eso a su bebé.
Y así su bebé Shaelyn, junto con el bebé Brandon, fueron rescatados del aborto, fueron bendecidos, ungidos y bañados en las aguas que marcan el fin del pecado y el comienzo de la vida eterna. (Puede ver fotos de este evento gozoso en www.priestsforlife.org)
Estos bebés que habían sido marcados para ser abortados e inscriptos en un documento de muerte, ahora encuentran sus nombres inscriptos en el Libro de la Vida.
Durante la ceremonia prediqué sobre la forma en que la Iglesia y el movimiento pro-vida le dicen a estos padres y a estas madres: “Estoy con Uds.” Vamos al lado de ellos, a rescatarlos de la desesperación y a darles la fuerza que necesitan para hacer lo correcto.
Los ayudamos a ver a través de las mentiras del diablo. De hecho, en la ceremonia del bautismo, todos renovamos nuestras promesas bautismales. A la pregunta que resonó a través de la Iglesia: “¿Renuncian a Satanás?” “¡Sí, renuncio!” le siguió como respuesta abrumadora. “¿Y a todas sus obras?” “¡Sí, renuncio!” “¿Y a todas sus seducciones?” “¡Sí, renuncio!”
Jesús nos enseñó que las obras del diablo son la mentira y la muerte. El aborto continua por la mentira, la seducción, la promesa falsa de encontrar libertad a través del asesinato de un bebé.
Renunciamos juntos a esta mentira y bautizamos juntos a los niños. No existe tal cosa como un bautismo privado. El rito de la Iglesia celebra el bautismo como un evento comunitario. Toda la Iglesia da la bienvenida a las vidas que Dios ha escogido desde toda la eternidad. Su elección es más importante que la nuestra y antecede a la nuestra. Elegimos la vida porque Dios ha elegido antes encargarnos que nos cuidemos los unos a los otros. El 12 de julio reafirmamos la elección de Dios por Shaelyn y Brandon.