Señor, tu desafiaste a tu profeta Ezequiel
A predicar sobre un campo lleno de huesos resecos (cf. Ez. 37)
Le interpelaste a tener Fe,
Para que algo que aparecía al ojo humano como una necedad,
Fuera llevado a cabo como un acto agradable ante Tus ojos,
Un acto de fe en el Poder de Tu Espiritu.
Y en cuanto Ezequiel profetizaba, oh Señor,
Infundiste vida a esos huesos resecos.
Los cuales fueron revestidos de carne,
E hiciste entrar en ellos Tu Espíritu.
Tuyo es el Espíritu que da vida.
Hoy Señor, nuestra nación está sembrada de huesos resecos,
Los cuerpos de decenas de millones de niños abortados,
Y las conciencias muertas de aquellos que justifican la barbarie del aborto.
Y hoy Señor, le mandas de nuevo a decir a Tus profetas
Que prediquemos ante los huesos resecos.
Convocas a tu pueblo, tanto del clero como laicos,
A proclamar La Palabra de la Vida,
A despertar las conciencias a la dignidad de cada vida, comenzando por los niños por nacer,
Para infundir arrepentimiento a aquellos que se han comprometido con la causa del aborto,
Y llamar a todos aquellos que navegan en la apatía e indiferencia,
A hacer parte de forma verbal y proactiva, en la gran campaña a favor de la vida.
Nos encontramos listos hoy Señor, para responder al llamado de Tu Santo Espíritu,
Y tenemos confianza de que los huesos resecos de nuestros tiempos,
Serán de hecho resucitados a la vida.
Que por el poder de Tu Espíritu, podamos ver con nuestros propios ojos,
La victoria de la Vida.
Te lo pedimos en Nombre de Jesús. Amén.
Fr. Frank Pavone, National Director, Priests for Life