Tercer Domingo de Pascua, Ciclo B
- Ciclo B
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Intercesiones Generales:
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Celebrante: Como gente de fe buscamos habitar en la casa del Señor. Con confianza de que El escucha nuestras oraciones, le presentamos nuestras necesidades. Diácono / Lector: Por la Iglesia en todo el mundo, para que a través de sus enseñanzas y testimonios, muchos puedan abrazar la verdad de Jesús, Roguemos al Señor... Por el Papa, los obispos, los sacerdotes, por todos los que predican el Evangelio, y por todos los que escuchan sus mensajes en todo el mundo, Roguemos al Señor... Por todos los que tienen autoridad en gobierno y comercio, para que basen sus decisiones discerniendo la voluntad de Dios, Roguemos al Señor... Para que al reconocer a Jesús al partir el pan, también le reconozcamos en las vidas quebrantadas, incluyendo a los que consideramos una molestia, una inconveniencia, o los no deseados, Roguemos al Señor... Para que el testimonio de un Cristo resucitado de esta comunidad parroquial se refleje en nuestros vecindarios, en nuestras escuelas y lugares de trabajo, y sean una invitación a otros a creer en la Buena Nueva, Roguemos al Señor... Para que nuestros hermanas y hermanos que han muerto disfruten del banquete celestial que les ha preparado Nuestro Señor, Roguemos al Señor... Celebrante: Padre Todopoderoso, al presentarte nuestras peticiones, concedenos la gracia de soportar todo lo que nos traiga la vida. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amen.
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La Pascua es un Tiempo
Del mismo modo que el domingo es un día de los siete que tiene una semana, la Pascua es un Tiempo, un período de 50 días, aproximadamente la séptima parte del año. El Tiempo Pascual, es un momento de especial celebración y regocijo por la Resurrección de Cristo, es el “Gran Domingo” del año. Las oraciones litúrgicas y las lecturas se enfocan en la Resurrección y los efectos que ésta tiene en los creyentes y en el mundo. Los Hechos de los Apóstoles es el libro de las Escrituras del que manan la mayoría de las lecturas del Tiempo Pascual, y muestra el vigor con el cual los Apóstoles proclamaron la Resurrección y trajeron a muchos a las aguas del bautismo para compartir la nueva vida de Cristo. Este Tiempo es una celebración de vida, y nos lleva a todos a un compromiso más profundo para proclamar, celebrar, y servir el regalo de la vida humana.
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Puntos sugeridos para la homilía dominical: |
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Hch: 3:13, 17-19
1 Jn 2:1-5a
Lc 24:35-48 Ver un video con consejos para la homilía: https://www.youtube.com/watch?v=aUkhnEsBBk0 Las lecturas de Hoy dejan claro que el Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de Resurrección fueron predichos, y sucedieron para un propósito de arrepentimiento. De la misma manera que Dios previó éstos eventos, también previó que cada uno de nosotros tuviera la oportunidad de recibir la gracia y la salvación que éstos comportan. La manera de celebrar la época de Pascua, en otras palabras, es en realidad, arrepintiéndose, para asirse al poder transformador de la muerte y resurrección de Cristo, como resultado de “ser perfeccionados en el amor”, como lo describe Juan en la segunda lectura. Lo que sucede en nuestras vidas —y lo que aún puede suceder— está tanto en la visión de Dios, desde toda la eternidad, como lo que le sucedió a Cristo. Pedro llega incluso a llamar a Cristo “el autor de la vida” en la primera lectura, y el pasaje del Evangelio claramente revela que éste autor de la vida no es un fantasma, sino una persona real de carne y sangre. Al ser transformados por la Pascua y crecer en el amor de Dios, también maduramos nuestro aprecio por el regalo de la vida (natural y sobrenatural), y nuestro aprecio por el cuerpo. Un tema clave de la cultura de la muerte es la separación falaz del cuerpo con su persona. En otras palabras, “la gente hace lo que quiera con sus cuerpos”, e incluso miran hacia el otro lado cuando los cuerpos de los niños son abortados, porque a menudo creen que los cuerpos no son importantes, o incluso, no son una parte esencial de la persona tanto como lo es el alma. Empero, la resurrección física de Cristo es una revelación de la sacralidad del cuerpo humano, y del hecho de que el amor que estamos llamados a tener, los mandamientos que estamos obligados a obedecer, y el arrepentimiento que estamos convocados a practicar, todos infieren una profunda reverencia por la vida humana también en su dimensión física.
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