Lv 13:1-2. 44-46
1 Cor 10:31—11:1
Marcos 1:40-45
ver un video con consejos para la homilía: https://www.youtube.com/watch?v=9MVfgmgRLMc
“Quiero. Quedas limpio.”
Jesús sanaba a los leprosos, que eran los marginados de la comunidad, tal como lo deja en claro la primera lectura. La sanación expone dos lecciones clave que se relacionan con la actitud de defensa de la vida por parte de la iglesia.
En primer lugar, Jesús siempre está del lado de la vida humana. La sanación que les realizaba a algunas personas representa la liberación que nos brinda a todos del poder del pecado y la muerte. Por último, las sanaciones descritas en los Evangelios apuntan al derrocamiento de todo el reino de la muerte y al triunfo final de la vida. Cristo es vida y el permanecer a su lado es permanecer del lado de la vida y en contra de todo lo que la destruya.
En segundo lugar, el Señor siempre rompió las barreras falsas entre clases distintas de seres humanos. Él vio su humanidad y la imagen de Dios plasmada en ellos desde la creación. Esta imagen no se oscurece a causa de las distinciones falsas que la gente realiza según sus prejuicios o por la costumbre de negar la dignidad igualitaria de todas las personas. La determinación del Señor para eliminar esas barreras falsas se ve de muchas otras maneras en los Evangelios. Lo vemos acercarse a los niños, a pesar de los esfuerzos de los apóstoles para alejarlos (Mateo 19:13-15); a los recaudadores de impuestos y pecadores a pesar de las objeciones de los Escribas (Marcos 2:16); a los ciegos, a pesar de las advertencias de la multitud (Mateo 20:29-34); a una mujer extranjera, a pesar de la gran sorpresa de los discípulos y de ella misma (Juan 4:9, 27); a los paganos, a pesar del descontento de los judíos (Mateo 21:41-46) y a los leprosos, a pesar de su aislamiento del resto de la sociedad (Lucas 17:11-19).
Cuando se trata de la dignidad humana, Cristo elimina las distinciones. San Pablo declara: “No hay judíos o griegos, esclavos o gente libre, hombres o mujeres, puesto que todos ustedes son Cristo Jesús (Gálatas 3:28).
De la misma manera, podemos decir que “no hay nacidos o no nacidos”. Usar esta distinción como base para el valor de la vida o la protección que uno se merece no tiene sentido y es ofensiva a todo lo que enseñan las Escrituras. El no nacido es el segmento de nuestra sociedad más marginado y discriminado.
El no nacido es el segmento de nuestra sociedad que sufre la mayor cantidad de abandono y discriminación. Cristo mismo tendrá un amor especial por ellos.