6º Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo B

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Intercesiones Generales: [Spanish PDF]
 

Celebrante: El Señor Jesús, quien curo al leproso, este listo para darle la Gracia a todos los que lo necesitan. Por Cristo Nuestro Señor.

Diácono/Lector:

Para que la Iglesia sea un instrumento de la misericordia de Dios a través de su ministerio de ir en busca de los que la necesitan, roguemos al Señor...

Para que nuestro Presidente sea fortalecido en las responsabilidades diarias con el ejemplo de los grandes presidentes del pasado, y por las enseñanzas de Cristo, roguemos al Señor…

Para que los líderes de la Iglesia sean testimonio del regalo y plan de Dios para el matrimonio, y que ayuden a las parejas a vivir esa vocación fielmente, roguemos al Señor…

Para que los líderes mundiales y locales busquen a los pobres y los olvidados y les den la dignidad y asistencia que merecen como hijos de Dios, roguemos al Señor...

Para que imitemos el amor y la compasión de Dios por los enfermos, y les demostremos que sus vidas son tan preciosas y valiosas cuando están sanas como cuando están enfermas, roguemos al Señor...

Para que cada uno de nosotros este vigilante contra los el pecado de envidia y vivamos de tal manera que reflejemos el amor y la compasión para todos con quien entremos en contacto, roguemos al Señor...

Por todos los que han fallecido para que sean recibidos en el gozo del reino de Dios, roguemos al Señor...

Celebrante:

Amoroso Dios, Tu provees por todas nuestras
necesidades y estas atento a nuestras oraciones.
Bendícenos al proclamar tu bondad a todos nuestros hermanos.
Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor.

Adiciones para el boletín:
 

Encíclica del Papa Benedicto "Dios es amor"

El Papa Benedicto XVI, en su encíclica, “Dios es Amor” dice las siguientes palabras: “En la comunión sacramental yo me hago uno con el Señor, al igual que los otros comunicantes. Como dice San Pablo, “Porque hay un solo pan, nosotros aunque somos mucho somos un solo cuerpo, porque todos participamos de un pan” (1 Cor 10:17). La unión con Cristo es también la unión con todos aquellos a quien él se da a sí mismo. No puedo poseer a Cristo para mi mismo; puedo pertenecer a él sólo unido a todos aquellos que son o serán de él…El amor a Dios y el amor al prójimo están ahora totalmente unidos: El Dios encarnado nos atrae a sí mismo… Aquí la usual contraposición entre culto y ética simplemente desaparece. “El Culto en sí mismo, la comunión Eucarística, incluye la realidad de amar y ser amados. Una Eucaristía que no va más allá de la práctica concreta del amor, está intrínsecamente fragmentada” (n. 14). Estas palabras nos recuerdan nuestro llamado de amar al prójimo, nacido o no nacido.

Puntos sugeridos para la homilía dominical:
 

Lv 13:1-2. 44-46
1 Cor 10:31—11:1
Marcos 1:40-45

“Quiero. Quedas limpio.”

Jesús sanaba a los leprosos, que eran los marginados de la comunidad, tal como lo deja en claro la primera lectura. La sanación expone dos lecciones clave que se relacionan con la  actitud de defensa de la vida por parte de la iglesia.

En primer lugar, Jesús siempre está del lado de la vida humana. La sanación que les realizaba a algunas personas representa la liberación que nos brinda a todos del poder del pecado y la muerte. Por último, las sanaciones descritas en los Evangelios apuntan al derrocamiento de todo el reino de la muerte y al triunfo final de la vida. Cristo es vida y el permanecer a su lado es permanecer del lado de la vida y en contra de todo lo que la destruya.

 En segundo lugar, el Señor siempre rompió las barreras falsas entre clases distintas de seres humanos. Él vio su humanidad y la imagen de Dios plasmada en ellos desde la creación. Esta imagen no se oscurece a causa de las distinciones falsas que la gente realiza según sus prejuicios o por la costumbre de negar la dignidad igualitaria de todas las personas. La determinación del Señor para eliminar esas barreras falsas se ve de muchas otras maneras en los Evangelios. Lo vemos acercarse a los niños, a pesar de los esfuerzos de los apóstoles para alejarlos (Mateo 19:13-15); a los recaudadores de impuestos y pecadores a pesar de las objeciones de los Escribas (Marcos 2:16); a los ciegos, a pesar de las advertencias de la multitud (Mateo 20:29-34); a una mujer extranjera, a pesar de la gran sorpresa de los discípulos y de ella misma (Juan 4:9, 27); a los paganos, a pesar del descontento de los judíos (Mateo 21:41-46) y a los leprosos, a pesar de su aislamiento del resto de la sociedad (Lucas 17:11-19).

Cuando se trata de la dignidad humana, Cristo elimina las distinciones. San Pablo declara: “No hay judíos o griegos, esclavos o gente libre, hombres o mujeres, puesto que todos ustedes son Cristo Jesús (Gálatas 3:28).

De la misma manera, podemos decir que “no hay nacidos o no nacidos”. Usar esta distinción como base para el valor de la vida o la protección que uno se merece no tiene sentido y es ofensiva a todo lo que enseñan las Escrituras. El no nacido es el segmento de nuestra sociedad más marginado y discriminado.

El no nacido es el segmento de nuestra sociedad que sufre la mayor cantidad de abandono y discriminación. Cristo mismo tendrá un amor especial por ellos.



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