Domingo XIII del Tiempo Ordinario - Ciclo B

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Intercesiones Generales: [Spanish PDF]
 

Celebrante: Jesús trajo cura, alivio, y nueva vida a aquellos que creyeron. Unamos nuestra oración de petición por nuestras necesidades y por las necesidades del mundo.

Diácono / Lector:

Para que la Iglesia y los líderes continúen siendo un signo de fe para todos aquellos que se enfrentan contra la tristeza y el sufrimiento, roguemos al Señor…

Para que al observar el Día de la Independencia a fines de esta semana, demos gracias por nuestra libertad, y la usemos en servicio de la vida y de Dios, roguemos al Señor...

Para que los ciudadanos vuelvan a comprometerse con el derecho y el deber de ejercer el voto en cada elección, roguemos al Señor....

Para que Dios, quien no hizo a los muertos y quien es la fuente de toda vida, ponga fin al aborto y a todas las formas de violencia en nuestro mundo, roguemos al Señor…

Para que nuestras comunidades de fe sean un ejemplo del misterio de la presencia de Dios entre nosotros, por nuestro mutuo amor, roguemos al Señor…

Para que los que han muerto puedan encontrar descanso en el tierno abrazo de Dios, roguemos al Señor…

Celebrante:

Padre amoroso, tú siempre estás cerca de nosotros. Escucha estas oraciones que te
hacemos con confianza en el nombre de Jesucristo nuestro Señor.

Adiciones para el boletín:
 

Católicos en la vida política (U.S. Bishops)

Necesitamos continuar enseñando claramente y ayudar a otros líderes católicos a enseñar claramente sobre nuestro inquebrantable compromiso por la protección legal de la vida humana desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. Nuestra enseñanza sobre la vida y dignidad humana deberá reflejarse en nuestras parroquias y en nuestros ministerios dedicados a la educación, al cuidado de la salud, y a los servicios sociales.

Debemos hacer mucho más para persuadir a todos que la vida humana es preciosa y que la dignidad humana debe ser defendida. Esto requiere de un diálogo y de un compromiso más eficaz con los funcionarios públicos, especialmente con los funcionarios públicos católicos. Acogemos gustosos todo diálogo iniciado por los propios líderes políticos.

Puntos sugeridos para la homilía dominical:
 

Ec 1:13-15;  2:23-242
Cor 8:7, 9, 13-15
Mc 5:21-43 o 5:21-24, 35b-43

Ver un video con consejos para la homilía: https://youtu.be/2pktKsktWFY

“Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera...”  Éste renglón de la primera lectura no sólo es una afirmación que nos dice algo sobre Dios; es un mandato para que su gente se enfrente al poder de la muerte defendiendo y promoviendo la Vida.

De la misma manera, la resurrección de la niña a la Vida, narrada en el pasaje del evangelio, no es una simple historia sobre lo que Jesús hizo;  convoca a su pueblo a hacerlo de nuevo, una y otra vez, construyendo así una Cultura de la Vida en el mundo.

Bien podría uno preguntarse ante los milagros como el de la resurrección de los muertos, por qué Jesús no lo hizo más a menudo. La respuesta es que éste milagro fue una señal del significado de su misión y la nuestra.  Levantar a un muerto ocasionalmente, revela el significado de todo lo que Él está haciendo en el momento. Él está reconciliando a la Humanidad con Dios, y por lo tanto, destruyendo la causa misma de la muerte. Al final -todos se levantarán- pero primero son llamados a venir a Cristo, quien es la Vida misma, y abrazar ese regalo de la vida natural y sobrenatural.

Podemos afirmar por tanto que el movimiento Pro-Vida no es simplemente una respuesta a una mala política pública. Más bien, el movimiento Pro-Vida es una respuesta a Jesucristo.  Dios se dedica al negocio de destruir la muerte, y lo ha hecho a través de Cristo.  Estar del lado de Cristo, es estar del lado de la Vida, y por tanto, en contra de todo lo que la destruya.  Nada en el mundo actual destruye más vida que el aborto.

Algunos se preguntan por qué predicaríamos sobre el aborto en la Misa, o por qué nos preocuparíamos sobre algo que, a los ojos de algunos, no es de nuestra incumbencia.  No obstante, es de nuestra absoluta incumbencia!, puesto que servimos a un Dios que se dedica a destruir la muerte. Somos el pueblo de Dios y por tanto, el pueblo de la Vida. Es de la incumbencia del Amor salvar vidas humanas.  En la Misa, literalmente palpamos y nos alimentamos de la victoria de la vida sobre la muerte.  ¿Qué otro tiempo y lugar pueden ser más apropiados para hablar al respecto?



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