Semana XXI del Tiempo Ordinario - Ciclo B

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Intercesiones Generales: [Spanish PDF]
 

Celebrante: Como hermanos en Cristo con confianza en la sabiduría y amor de Dios, le presentamos nuestras oraciones y peticiones por las necesidades del mundo.

Diácono/Lector:

Para que la Iglesia sea siempre agradecida por el don de la fe y siempre se mantenga creciendo y respondiendo al llamado de la palabra de Dios a proclamar los Evangelios, Roguemos al Señor.

Para que el Papa y todo el clero le den a los fieles un conocimiento más profundo del amor de Dios por medio de sus predicas y enseñanzas. Roguemos al Señor.

Para que los lideres de gobiernos ejerzan su autoridad y poder en maneras que demuestren compasión hacia los desafortunados y los que sufren. Roguemos al Señor.

Para que podamos hacer eco de la profesión de fe de Pedro, que Jesús es en realidad el Hijo de Dios y que solo Él tiene dominio sobre la preciosa vida humana, Roguemos al Señor.

Por todos los que sufren de los efectos de la guerra y la violencia reciban la paz de Dios y la asistencia para reconstruir sus vidas, Roguemos al Señor.

Por todos los que han fallecido para que sean bienvenidos en el reino Celestial de Dios, Roguemos al Señor.

Celebrante: Padre amoroso, al escuchar y atender nuestras suplicas, concedenos saber y aceptar Tu amorosa voluntad en nuestras vidas. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

Adiciones para el boletín:
 

Aprendiendo a Amar

En Washington, DC en 1994 la Madre Teresa dijo que nosotros combatimos el aborto enseñándole a la madre lo que verdaderamente significa amar: “estar dispuesto a dar hasta que duela…Por tanto la madre que está pensando en el aborto, debe ser ayudada a amar, es decir, para que de hasta que le dañe sus planes, o su tiempo libre, para que respete la vida de su hijo.” Gustave Thibon ha dicho que el verdadero Dios transforma la violencia en sufrimiento, mientras que los falsos dioses transforman el sufrimiento en violencia. La mujer tentada a tener un aborto transformará su sufrimiento en violencia a menos que ella permita que el amor la transforme, y la haga disponible a entregarse a sí misma. La Eucaristía da ambas cosas la enseñanza y el poder. La madre debe decir “Este es mi cuerpo, mi sangre, mi vida, dada por mi hijo.”

Puntos sugeridos para la homilía dominical:
 

Josue 24:1-2a, 15-17, 18b
Efesios 5:21-32 o 5:2 a, 25-32
Jn 6:60-69

Ver un video con consejos para la homilía: https://www.youtube.com/watch?v=AvqF0uESvpU&t=3s

Los apóstoles "han llegado a creer y están convencidos" de que Jesús es el Hijo de Dios. Por tanto, aunque no entiendan sus palabras sobre "comer su carne y beber su sangre", saben que él es digno de confianza. De hecho, no hay evidencia de que estas palabras tuvieran más sentido para Pedro y los otros apóstoles que para los que se apartaron. Pero, como Santo Tomás de Aquino escribiría siglos más tarde en el himno "Adoro te Devote," " Lo que el Hijo de Dios me ha dicho, lo doy por cierto. La propia verdad habla verdad, o no hay nada cierto.”

La fe no es totalmente ciega. Comienza con “motivos de credibilidad.” En otras palabras, tenemos razones sólidas para creer en Aquel en que creemos  - no nos limitamos a confiar en cualquiera que venga y diga que tiene un mensaje de Dios. Pero una vez que tenemos esas razones sólidas, entonces la confianza que depositamos en esa persona nos lleva al conocimiento que la razón por sí sola nunca podría alcanzar.

La Iglesia, por otra parte, no rechaza la "libertad de elección", propiamente entendida. Dios exige que elijamos, como Josué dijo al pueblo (Primera lectura) y como los oyentes de Jesús hicieron. Sin embargo, cuando elegimos a Dios, esas opciones tienen corolarios y consecuencias. Elegir a Dios, de hecho, significa elegir la vida. El Papa Benedicto XVI le dijo al clero romano el 2 de marzo de 2006: "Elegir la vida, optar por la vida, por tanto, significa en primer lugar optar por una relación con Dios. Sin embargo, surge una pregunta  inmediatamente: ¿con qué Dios? Aquí, una vez más, el Evangelio nos ayuda: con el Dios que nos ha mostrado su rostro en Cristo, el Dios que venció el odio en la cruz, es decir, en el amor hasta el fin. Por  tanto, al elegir este Dios, escogemos la vida. "

Escogemos de nuevo en la Eucaristía. Al llegar a la comunión, estamos renovando nuestra opción fundamental de servir a Dios, de creer en Cristo, de  vivir como la Iglesia enseña. La Iglesia no nos propone "tal vez", sino certezas, por la cual luego encontramos la fuerza para hacer lo que describe Pablo en la segunda lectura: para entregarnos por los demás. Él habla de una subordinación mutua y del amor de donación del esposo a la esposa. La Iglesia de ninguna manera degrada a las mujeres, sino que más bien las ve como un símbolo de la Iglesia misma, esposa de Cristo. Todos en la Iglesia estamos llamados al amor abnegado que Cristo vivió.

 



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