Semana XXIV del Tiempo Ordinario
- Ciclo B
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Intercesiones Generales:
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Celebrante: Adoramos a un Dios que escucha nuestras oraciones. Presentémosle nuestras necesidades con toda confianza. Diácono/Lector: Por la Iglesia, para que refleje el amor generoso, la misericordia y la compasión de Cristo, Roguemos al Señor... Por todos los abuelos, para que experimenten el gozo de la familia, la bendición de la salud, y el regalo de la gratitud, roguemos al Señor… Por todos los que sirven como ministros ordenados en la Iglesia, sean ejemplos vivos e inspiren a los fieles a transformar el mundo, Roguemos al Señor... Para que tengamos la fortaleza de negarnos a nosotros mismos y poner primero a los demás, acoger a los extranjeros, visitar a los encarcelados y proteger a los no nacidos, Roguemos al Señor... Por todos los que padecen de alguna enfermedad para que sean consolados por los que los cuidan y animados por nuestras oraciones, Roguemos al Señor... Por todos los que han fallecido para que descansen en la paz de Dios, y que todos los que están de luto encuentren consuelo y resignación, Roguemos al Señor... Celebrante: Padre amoroso, en Tu gran misericordia y bondad,
provees para todas nuestras necesidades materiales y espirituales.
Concedenos las plegarias que te hemos presentado, por Cristo nuestro Señor. Amén
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Adiciones para el boletín: |
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De parte de La Beata Teresa de Calcuta “Pero yo siento que el aborto es el gran destructor de la paz, porque es una guerra directa, una matanza directa, directo asesinato por parte de la propia madre. Y nosotros leemos en las Escrituras, porque Dios lo dice muy claramente. “Aunque una madre se olvide de su hijo, Yo no te olvidaré. Te tengo grabado en la palma de Mi Mano.” Nosotros estamos grabados en la palma de Su Mano, tan cerca de Él, ese niño no nacido ha sido grabado en la palma de Su Mano. Y esto es lo que pega más fuerte, el comienzo de esta oración, que aunque la madre pueda olvidarse de algo imposible –aún si ella se olvida – “Yo no te olvidaré.” Y hoy el gran destructor de la paz es el aborto. Y nosotros los que estamos hoy aquí – fuimos deseados por nuestros padres. No estaríamos hoy aquí si nuestros padres nos hubieran hecho esto a nosotros.” Discurso al recibir el Premio Nóbel de la Paz en Oslo, Noruega, en Diciembre 11, 1979.
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Puntos sugeridos para la homilía dominical: |
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Es el 50:5-9a
Santiago 2:14-18
Mc 8,27-35 Ver un video con consejos para la homilía: https://youtu.be/BpR3IZButOw "Ustedes están pensando no como Dios, sino como lo hacen los seres humanos." Este reproche del Evangelio de Jesús a Pedro se aplica a todos nosotros. En particular, tendemos a pensar que para tener éxito en nuestros esfuerzos para ganar gente con el Evangelio y el mensaje pro-vida, tenemos que ser populares. Esta es una forma humana de pensar, que no le da suficiente espacio al papel, que la cruz y la persecución, desempeñan en el plan que Dios tiene para nosotros. El hecho es que las personas se convierten mediante la verdad del mensaje y por la integridad y la fidelidad con la que transmitimos ese mensaje incluso frente a la oposición. En última instancia, la gente no está inspirada o convertida por la muchedumbre que quiere agradarles, sino por aquellos que quieren agradar a Dios. Jesús, por supuesto, da el primer ejemplo de esto. El hecho de que el pasaje del Evangelio indica que algunas personas pensaban que él era Juan el Bautista o Elías o uno de los profetas nos da una buena idea de lo que era. Juan el Bautista, Elías y los profetas eran firmes predicadores, proclamando verdades fuertes y acogiendo todo tipo de oposición y persecución. Una homilía en este Evangelio podría remitirse a algunas de las predicaciones de estos hombres para ilustrar este punto. El éxito no requiere popularidad, sino que requiere fidelidad. Esta es una lección muy valiosa con relación a nuestros esfuerzos por proclamar la santidad de la vida humana frente al aborto. Las personas que atacan al mensajero son, sin embargo, afectados por ese mensaje. Esa es la mera razón que están atacando. La segunda lectura ilustra la meta de nuestros esfuerzos, es decir, no simplemente traer gente a "creer" en la santidad de la vida, sino hacer que lo practiquen. Estamos llamados a responder concretamente a las necesidades de las personas que proclamamos son sagradas. El hambriento debe ser alimentado, no sólo hablarle con compasión. Los no nacidos deben ser salvados de la violencia del aborto, no solamente ser mencionados en nuestras oraciones. Ya se trate de un candidato para un cargo público o de un cristiano en las bancas, sólo "creer" en el derecho a la vida no es suficiente. La pregunta pertinente es: "¿Qué vas a hacer para proteger aquellos que tienen ese derecho?"
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