Décimo Domingo del Tiempo Ordinario, Año B
- Ciclo B
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Intercesiones Generales:
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Celebrante: Convocados para pertenecer al Reino de Dios, fuimos llamados para interceder por todos sus miembros. Por lo tanto, oremos ahora con confianza. Díácono/Lector: Por la Iglesia, para que en la medida que avance hacia el Reino de Dios, pueda estar siempre protegida de las maquinaciones del demonio, Oramos al Señor… Por la unidad entre los pueblos de Dios, para que por la obediciencia nuestra a la palabra de Dios, podamos siempre acercarnos más los unos a los otros así como a Dios mismo, Oramos al Señor… Que Dios, y nosotros su pueblo, protejamos a los pobres en peligro por el rechazo y el olvido, a los débiles que se hallan en peligro de explotación, y a los nonatos en peligro de ser abortados, Oramos al Señor… Que las parejas casadas crezcan en su amor el uno por el otro y en la apertura al don de la nueva vida que Dios planea confiarles, Oramos al Señor… Para que todos los enfermos, especialmente los que hacen parte de nuestra parroquia y nuestras familias, sean fortalecidos por la gracia de Dios, sanados según su Voluntad, y comfortados por todos nosotros, Oramos al Señor. Para que todos los difuntos experimenten el perdón de sus pecados y el júbilo de ver frente a frente, el rostro de Dios, Oramos al Señor… Celebrante: Señor, desde el comienzo de la historia, Prometiste la victoria del bien sobre el mal, Y de Tu Reino sobre el reino de Satanás. En tu infinito amor, continua mostrándonos esa Victoria, En tanto respondes a las plegarias que ponemos delante de Ti, Por medio de Cristo Señor nuestro, Amén.
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Adiciones para el boletín: |
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Papa Francisco: Proteged la Vida!
Al final, todas las cosas han sido confiadas a nuestro cuidado, y todos nosotros somos responsables de ellas. Debemos ser protectores de los tesoros y regalos de Dios!
Siempre que los humanos dejan de estar a la altura de ésta tan grande responsabilidad, allí donde nos mostramos incapaces de proteger la creación así como la vida de nuestros hermanos y hermanas, se abre el camino de la pena y la destrucción, y se endurecen los corazones. Trágicamente, en cada período de la historia han existido “Herodes”, los cuales maquinan para provocar muerte, caos, y daño a la templanza y virtud de hombres y mujeres por igual.
Por caridad, quisiera solicitar, especialmente a quienes ostentan posiciones de responsabilidad en la vida económica, política y social de los pueblos, así como a los hombres y mujeres de buena voluntad: Seamos “guardianes” de la creación!, protectores del Plan de Dios inscrito en la naturaleza y protectores del género humano, imagen viva y sagrada de Dios, y defensores del Medio Ambiente.
– Homilía del Papa Francisco en su Misa Inaugural , Marzo 19 de 2013.
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Puntos sugeridos para la homilía dominical: |
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Gén 3:9-15 2 Cor 4:13 - 5:1 Marc 3:20-35 Dos reinos están en Guerra. Uno ya ha sido destruido, y no obstante aún ejerce un poder dañino, aunque limitado. La contienda entre ambos reinos está descrita en la Primera Lectura, al igual que su desenlace. La Serpiente ataca el talón de la simiente de la Mujer. La simiente de la mujer es Cristo, en quien todos hemos sido incorporados por la obediciencia a la Palabra de Dios. En tanto Jesús explica el Evangelio, esa unión obediente del Verbo con la voluntad divina, es lo que nos hace sus hermanos, hermanas y madres. Y es precisamente así como Él (y nosotros junto con Él) echamos fuera demonios y aplastamos la cabeza de la Serpiente: obediciencia que conduce a la unidad, la cual deshace la desobediencia de Adán y Eva, que nos condujo al caos y la contienda. La lucha en torno al aborto no es simplemente una lucha humana entre filosofías o partidos politicos. Es la encarnación de la lucha Bíblica expuesta en las lecturas de hoy, y la solución prometida es la misma. El aborto es un gran “NO” a la voluntad de Dios, manifestada en cada niño. El aborto trae división dentro de la relación más elemental, una madre y su hijo, y extiende aún más división dentro de la familia humana. La Cultura de la Vida, por el contrario, es un gran “SI” a Dios, que ha hablado por Cristo, marcado por la obediencia a su voluntad, y por fruto de la obediencia, la cual es la unidad de todos los hijos de Dios, y como lo indican las segundas lecturas, la vida eterna, tanto en el cuerpo como en el alma.
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