11º Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo C

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Intercesiones Generales: [Spanish PDF]
 

Celebrante:

La infinita misericordia de Dios inspira en nosotros la confianza mediante la cual nosotros nos acercamos ahora a Él con nuestras necesidades.

Diácono / Lector:

Pare nuestro Santo Padre, el papa, todos los obispos, los clericos y la gente unidos con ellos, le oramos al señor. 

Que los líderes  del mundo estén unidos en las causas de la paz y justicia y policías sobre el hecho que todos humanos somos hijos de Dios, le oramos al Señor. 

Por todos los que están en la vida religiosa, para que sus vidas consagradas nos recuerden a todos que nuestra vida no es nuestra, sino de Dios, roguemos al Señor…

Para que los cristianos, justificados por la fe, puedan buscar con más profundidad la unidad entre los cristianos de otras denominaciones, roguemos al Señor…

Por aquellos en nuestras parroquias y en nuestras familias que sufren enfermedad o debilidad de cualquier naturaleza, par que el Espíritu Santo llene sus almas y sus cuerpos, roguemos al Señor…

Para que todos los que han muerto sean purificados del pecado y compartan la visión celestial, roguemos al Señor…

Celebrante:
Padre, fuente de la vida
Y de toda gracia,
Escucha nuestras oraciones
Y concédenos la perseverancia
Para vivir la vocación que Tu nos has dado a cada uno de nosotros.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amen.

Adiciones para el boletín:
 

Jubileo de las Lágrimas

Uno de los más especiales eventos del Año de la Misericordia fue el “Jubileo de las Lágrimas”, el cual está dedicado a todos aquellos que están de duelo.  El Santo Padre Francisco habló en una ocasión de la amarga pena que se vive al perder a un ser querido.  “La amargura de las lágrimas"….de todos aquellos que han visto a sus seres amados arrebatados de forma violenta;  lágrimas de los abuelos, madres, padres, hijos; ojos que buscan con su mirada puesta en el atardecer y no logran ver con esperanza el amanecer de un nuevo día”.   Esto trae a nuestra mente el sufrimiento de aquellos que han participado en la muerte de un niño no-nacido de un modo u otro; padres, abuelos, amigos…y todos los demás.  Recordemos de manera especial, a aquellas madres que han experimentado el horror de ver a sus hijos serles “arrebatados de forma violenta” por el aborto. Para buscar medios de sanación pos-abortiva en www.AbortionForgiveness.com.

 

Puntos sugeridos para la homilía dominical:
 

2 Samuel 12:7-10, 13
Gal 2:16, 19-21
Lc 7:36-50 o 07:36-08:03

"La vida que vivo ahora no es mía..." Esta declaración audaz en la segunda lectura de hoy indica la base de las convicciones pro-vida de la Iglesia: pertenecemos a Dios. Esta declaración de Gálatas 2 es paralela a la de 1 Corintios 6:19: "Ustedes no son suyos." El objeto de la lucha pro-vida no es simplemente la pregunta, "¿Cuándo comienza la vida?" Si no, más bien, "¿A quién le pertenece?" El hecho de que cada vida  le pertenece a Dios es lo que queremos expresar cuando decimos que es "sagrada". Porque cada vida pertenece a Dios, ningún ser humano puede adueñarse o matar esa vida, incluyendo la propia. Esta es la razón por la cual el acto de David de matar a Urías, al que se refiere la primera lectura, fue condenado por Natán como malo.

Además, la impresionante vocación de los padres, se revela aquí, ya que se les ha confiado el don de la vida, que en última instancia no les pertenece, pero, no obstante a eso, ellos cooperaran con el Creador para llevarla a cabo.

"Yo sigo viviendo mi vida humana, pero es una vida de fe..." Esta afirmación de Pablo nos muestra otra de las razones por qué la defensa de la vida es tan fundamental para la Iglesia. Juan Pablo II escribió en Evangelium Vitae: "El hombre está llamado a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de su existencia terrena, ya que consiste en compartir la misma vida de Dios. Lo sublime de esta vocación sobrenatural manifiesta la grandeza y el valor inestimable de la vida humana incluso en su fase temporal. La vida en el tiempo, de hecho, es la condición básica, momento inicial y parte integrante de todo el proceso unitario de la vida humana "(EV n.2) En otras palabras, tenemos que defender el don natural de la vida humana, con el fin que la gente pueda, con ese fundamento seguro, alcanzar la vida eterna.

Al proclamar las exigencias absolutas del respeto por la vida, proclamamos la misericordia infinita de Dios, incluso hacia aquellos que han quitado vida. Las lecturas de este domingo nos dan la oportunidad de renovar la invitación de la Iglesia a madres y padres por igual, quienes han participado en un aborto, a que vengan a Él por perdón y paz.



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