Am 6:1a, 4-7
1 Tm 6:11-16
Lk 16:19-31
Ve este vídeo con ideas para homilías pero vida: https://youtu.be/UpFiy1NLPMI
La siguiente es una reflexión que se conecta al pasaje del Evangelio de hoy con el tema del aborto, y puede ayudarnos a darle forma a la homilía del día. Algunos han hecho la comparación entre el “Lázaro” de éste pasaje, con el Lázaro que Jesús resucitó de entre los muertos en Juan 11. En ese recuento epistolar, Jesús se encuentra profundamente perturbado entre más se aproxima a la tumba – una tristeza no sólo causada por la muerte de su amigo, sino por la injusticia de la misma, en tanto pudo haberse evitado fácilmente.
Aprendemos muchas lecciones de los que van al cielo. En la historia del hombre rico y Lázaro, aprendemos una lección de alguien que se fue al infierno.
¿Por qué fue condenado el hombre rico? ¿Era porque tenía tanto? ¿Hay algo intrínsecamente pecaminoso en la púrpura y de lino con que que se vestía, o las fiestas en las que se entregaba a los placeres? No. El hombre rico fue al infierno porque ignoró al otro hombre. Él no fue condenado por lo que hizo, ¡sino por lo que no hizo!, no reconoció o trató a Lázaro como su igual, como su hermano. Mas bien, el hombre rico pensaba que sus posesiones eran mayores y mejores que lo que Lázaro pudiera tener y por lo tanto suponía que Lázaro valía menos que él.
La historia nos lleva a preguntarnos qué haríamos si estuviéramos en su lugar. Sin embargo, el hecho es que estamos allí ahora. El “Lázaro” del siglo 21 se encuentra en medio de nosotros. Él está en medio de nosotros, en los pobres, en los problemáticos, la incomodidad, la persona que es más pequeño y más débil de lo que somos, y la persona que parece diferente y menos valioso. En particular, el Lázaro del siglo 21 es nuestro hermano o hermana no nacido. Esta es la persona rechazada por la sociedad, la persona que pide ayuda para vivir, pero cuyos gritos se rechazan algunas 3,000 veces al día en nuestro país. Esta es la persona desgarrada y tirada por el aborto.
El rico fue condenado por no tratar a Lázaro como su hermano. También vamos a ser condenados si no tratamos al no nacido como nuestro hermano o hermana. Muchos pueden oponerse al aborto y nunca tener o ser cómplice uno, pero luego se cuestionan con: "¿Quién soy yo para interferir con la elección de una mujer a abortar?” Hoy en día, te diré quién eres. ¡Eres el hermano, la hermana de ese niño en el vientre!" ¿Quién soy yo para interferir con su elección?” Eres un ser humano que tiene la suficiente decencia de ponerse de pie y decir "¡NO!" cuando veas a otro ser a punto de ser asesinado. "¿Quién soy yo para interferir con su elección?" Eres una persona que tiene la sabiduría suficiente para darse cuenta de que la injusticia de un ser humano es la injusticia de toda la humanidad, y que tu vida es tan valiosa como la vida del niño no nacido. "¿Quién soy yo para interferir con su elección?" Tu eres un seguidor de Aquél que dijo: "Lo que le hagas al más pequeño de mis hermanos, me lo haces a mí.” ¿Acaso no creemos que si permitimos que una persona muera de hambre, que estamos provocando que Cristo muera de hambre? ¿Acaso no creemos que si dejamos al enfermo abandonado, que estamos dejando a Cristo desatendido? ¿No debemos entonces creer también que cada vez que un niño en el vientre materno se despedaza , quemado, aplastado, y luego se tira, que Cristo es destrozado, quemado, aplastado, y tirado? ¡Es Cristo no nacido! ¡Cuando nos levantamos por la defensa de la vida, nos ponemos de pie para Él!