Vigésimo Octavo Domingo en Tiempo Ordinario, Ciclo C - Ciclo C

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Intercesiones Generales: [Spanish PDF]
 

Celebrante: Todos hemos recibido la misericordia de Dios. Al pedir su continua ayuda, lo hacemos con corazones llenos de agradecimiento y alabanzas.

Diácono/Lector:

Para que todos los que han vivido el regalo de la salvación de Dios le rindan a El un agradecimiento constante y puedan expandir la fe, roguemos al Señor...

Para que siempre le agradezcamos a Dios por el regalo de la vida y las vidas de los niños, y trabajen para defender la vida de los que están en peligro de perderla, roguemos al Señor…

Para que todos los que nos ayudan a educar a nuestros hijos, sean llenos de sabiduría y de completa devoción a la verdad de Dios, roguemos al Señor...

Por todos los que dependen de las oraciones que enlazan a las familias y amistades, para que Dios atienda cada una de sus necesidades y los proteja del mal, roguemos al Señor...

Para que mientras nuestra nación celebra el Día de la Colonización, podamos encontrar nueva gratitud por esta tierra, nuevo patriotismo, y nuevo compromiso de trabajar por la libertad, roguemos al Señor....

Para que los enfermos sean sanados, los abandonados sean consolados, y los ya fallecidos sean bienvenidos a la vida eterna, roguemos al Señor...

Celebrante:
Padre,
te damos gracias por escucharnos.
Al atender nuestras súplicas,
concédenos que seamos fieles a Ti siempre
por nuestro Señor Jesucristo,
quien vive y reina contigo en unión del Espíritu Santo,
un Dios por los siglos de los siglos. Amen.

Adiciones para el boletín:
 

Cálculo erróneo

"El error de cálculo terrible de las mujeres jóvenes es que el aborto puede hacerlas 'no-embarazadas", que ha de restituirlas a quiénes eran antes de su crisis. Pero una mujer nunca es la misma una vez que ella está embarazada, ya sea que se quede con el niño, que se dé en adopción, o que se mate. El aborto puede ser una especie de resolución, pero no es lo que la mujer más profundamente anhela, ni siquiera conservar su sentido del yo "(Paul Swope," Aborto: La Falta de Comunicación").

Puntos sugeridos para la homilía dominical:
 

2 Reyes 5:14-17
2 Tm 2:8-13
Lc 17:11-19

La vida era difícil para los leprosos en los tiempos de Jesús, no solo por su enfermedad, sino porque eran marginados sociales. El Levítico 13: 45-46 nos cuenta que los leprosos habrían de llevar puestas vestiduras rasgadas, sus cabellos desarreglados y más aún, vivir exclusivamente en las afueras del campo. Debían gritar “Impuro, impuro!” siempre que les saliera al paso una persona no contaminada con la lepra. Como marginados, los leprosos ni siquiera tenían derecho de hablarle a Jesús.  Es más, en el antiguo mundo mediterráneo, tocar a un leproso era un acto radical. Al tocar a un marginado denigrado, Jesús desafía el paradigma de cultura dominante que permitía que éstos seres humanos fueran convertidos en parias de la sociedad y por tanto, se redujera su grado de dignidad.

En Mc 1:40 leemos de otro encuentro de un leproso con Jesús. La mayoría de traducciones anglosajonas del Nuevo Testamento dicen que Jesús era “conmovido de piedad” cuando se encontraba a un leproso. No obstante, en La Nueva Biblia Inglesa Revisada dice que Jesús “se sintió airado”. Si Jesús se indignó, su enojo no sería para con el leproso sino más bien contra el sistema que excluía a ciertas personas.

En su ministerio, Cristo buscaba consistentemente a aquellos a quienes la Sociedad oprime y rechaza. El traía a pique las falsas barreras que la gente elevaba entre ellos mismos, y en vez de ello, reconoció la igualdad de la dignidad humana de cada individuo, sin importar la opinión pública. De allí que lo veamos dirigirse a los niños a pesar de los esfuerzos de los apóstoles de mantenerlos lejos de Él (Mt 19: 13-15); a los recolectores de impuestos y pecadores muy a pesar de las objeciones de los Escribas (Mc 2:16); a los ciegos a pesar de las advertencias de la turba (Mt 20:29-34); a una mujer extranjera a pesar de la evidente sorpresa de los discípulos y de ella misma (Jn 4:9, 27); a los gentiles a pesar de la ira de los judíos (Mt 21:41-46), y en el Evangelio de hoy, a los leprosos, a pesar de su aislamiento de la sociedad (Lc 17:11-19)

Cuando de la dignidad humana se trata, Cristo borra toda distinción. San Pablo declara, “No hay ya judío ni griego,  libre ni esclavo,  hombre o mujer;  pues sois todos Uno en Cristo Jesús (Gl 3: 28)
De igual forma podemos decir “ No hay nacido y no-nacido”. Emplear ésta distinción como la base de valoración de la vida o la protección que uno merece, es intrascendente y ofensivo con todo lo que enseña la Santa Escritura.  Los no-nacidos son el segmento de nuestra Sociedad que es más rechazada y discriminada. Cristo mismo de seguro tiene para ellos un amor especial.



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