Segundo Domingo de Adviento - Ciclo C

Celebrante: Habiendo escuchado la Palabra de Dios, presentemos nuestras necesidades ante Él
con confianza.

Diácono/Lector:

Para que la Iglesia en todo el mundo pueda con fidelidad y alegría animar a todas las naciones a que preparen el camino del Señor, roguemos al Señor….

Para que los gobiernos inspirados por las palabras de los profetas, promuevan la justicia, la misericordia, y la paz, roguemos al Señor…

Para que la Iglesia produzca un arrepentimiento efectivo ante el pecado del aborto, y el regalo sanador de aquellos heridos por el, roguemos al Señor….

Para que los enfermos y los que viven solos puedan disfrutar del consuelo de la presencia y del amor de sus familiares, amigos, y de la comunidad cristiana, roguemos al Señor…

Para que aquellos que han muerto sientan el gozo de ver el rostro de Jesús, roguemos al Señor…

Celebrante:
Padre, al escuchar y responder a nuestras plegarias,
danos la gracia de anhelar la venida de Tu Hijo
y preparar el mundo para Èl,
quien es Señor para siempre. Amén

El dolor del aborto – por parte de alguien que sabe…

“Cuando supe que estaba embarazada, tuve tanto miedo y sentí que no tenía a dónde acudir. Sentí que no tenía otra opción. Después que me hice el aborto, al principio, me sentí aliviada. Pero después de resistirme a creerlo por 7 años finalmente sentí el impacto. Me asusté tanto cuando supe lo que el aborto es en realidad. Estaba tan enojada con mi familia y con mi novio (ahora mi esposo). Sentí que nadie estuvo ahí conmigo. Tenía rabia contra el personal de la clínica por decirme que todo estaría bien. Encontré el Proyecto Raquel y ellos me ayudaron a empezar a llorar por mi hijo. Tantas mujeres sienten que de haber tenido mas apoyo y confianza durante la crisis de sus embarazos muchas vidas hubieran sido salvadas.” Hay ayuda disponible: Lame al 1-800-712-HELP.

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Ve este vídeo con ideas para homilías pero vida: ?https://youtu.be/7Jpqgegdm3s

Dios ha “comenzado una buena obra” en cada uno de nosotros (2da Lectura) cuando él nos llamó, a través de la fe y el bautismo, a vivir en Cristo y estar llenos con el “fruto de la rectitud.”  El Adviento nos debe ayudar a crecer en este fruto en nuestras vidas.  Por este crecimiento, entonces trabajamos juntos para “preparar el camino del Señor” (Evangelio), quien nos dice la primera lectura, es un Dios de Justicia.  “Todo valle se rellenará”--- los valles donde el pueblo sufre porque sus derechos son estropeados, su dignidad olvidada, y sus vidas echadas a los margines de la sociedad.  “Toda montaña o colina será rebajada”—las montañas del orgullo en las cuales creemos que nuestras decisiones determinan lo que está bien o mal, en vez de someter nuestras decisiones a la verdad que se hizo visible cuando Cristo nació.

Esta es la época del año cuando las oraciones y pensamientos de “paz en la tierra” nos vienen naturalmente.  La primera lectura nos habla de “la paz de justicia.”  La paz no solo significa que cesan las guerras.  La paz significa que ninguna persona es tan victimizada que la guerra es el único medio para defenderla. La paz solo viene cuando la justicia es restaurada. 

La jornada de Adviento del pueblo de Dios es una jornada de luchar por los derechos que Dios nos ha dado a cada ser humano--- desde el no nacido hasta el reo en cadena de muerte.  Estar involucrado en el trabajo de justicia, en la luz de Cristo, es la manera de celebrar el Adviento y preparar al mundo para la Navidad.