6º Domingo de Pascua
- Ciclo C
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Intercesiones Generales:
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Celebrante: Nuestro Señor nos dice que no nos preocupemos ni que temamos. Con gran confianza, le presentamos nuestras necesidades. Diácono / Lector: Para que el Papa y los obispos, como sucesores de los apóstoles, nos instruyan claramente con las enseñanzas de Jesucristo y con mucho amor guíen a la Iglesia Roguemos al Señor... Para que todos los que han sido bautizados y recibidos en la Iglesia en esta Pascua, crezcan en el Jesús resucitado, Roguemos al Señor... Para que todas las naciones pongan a un lado sus conflictos y clamen al Señor de la Vida, Justicia, y Paz, roguemos al Señor... Para que el obsequio de la Paz que Cristo nos dejó sea preservado y renueve un respeto y protección de toda vida humana, Roguemos al Señor... Por todos los estudiantes que están por terminar su año escolar, para que utilicen ese conocimiento recibido y lo pongan al servicio del pueblo de Dios en la verdad y la justicia, Roguemos al Señor... Por la consolación de todos los enfermos, y por el descanso eterno de todos los que han fallecido, Roguemos al Señor... Celebrante: Padre,
Haz hecho tu morada entre nosotros.
Escucha nuestras oraciones, atiende nuestras necesidades,
y concédenos Tu salvación.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amen.
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Adiciones para el boletín: |
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El Sueño Eterno del Creador "Es como dice el Salmo: «Tú me has tejido en el seno materno» (139,13). Cada niño que se forma dentro de su madre es un proyecto eterno del Padre Dios y de su amor eterno: «Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré» (Jr 1,5). Cada niño está en el corazón de Dios desde siempre, y en el momento en que es concebido se cumple el sueño eterno del Creador. Pensemos cuánto vale ese embrión desde el instante en que es concebido. Hay que mirarlo con esos ojos de amor del Padre, que mira más allá de toda apariencia." (Papa Francisco, Amoris Laetitia, 168).
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Puntos sugeridos para la homilía dominical: |
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Hechos 15:1-2, 22-29
Apoc. 21:10-14, 22-23
Jn 14:23-29 Ve este vídeo con ideas para homilías pero vida: https://youtu.be/sFaSqWCLFmQ Las lecturas de hoy nos enseñan que como fruto de la Resurrección, disfrutamos la presencia de Cristo para siempre, a través de su Santo Espíritu. Ese espíritu que tanto nos ilumina interiormente y a su vez, como sociedad, propicia la paz y rectifica toda relación. La verdad que el espíritu nos brinda primeramente, es una con la palabra de Jesús y el Padre, como lo explica el pasaje del Evangelio. Ningún "nuevo evangelio" puede venir bajo la supuesta inspiración del espíritu. Ninguna tal inspiración puede contradecir las enseñanzas ya acertadas por la Iglesia. Jesús dice que el espíritu, "nos recordará" lo que él nos dijo. Estos avisos son necesarios en nuestra trayectoria a través de la historia y a través de períodos, ya que en nuestros días existen ciertas tendencias que ocultan verdades fundamentales, como el de la santidad de la vida. Cuando las influencias en la sociedad como las decisiones que toman los gobiernos o los mensajes de los medios de comunicación que van contra la santidad de la vida, el espíritu "nos recuerda" a los fieles y la iglesia de la verdad sobre la vida y cómo se debe respetar. El Espíritu guía no sólo al individuo, en quien Dios habita (como lo indica el pasaje del Evangelio), sino también a la comunidad, como lo demuestra la primera lectura. Es más, la dirección, o la luz de Dios será el centro de la comunidad en el mundo venidero. Es por eso qué la segunda lectura indica que "no necesita sol ni luna que alumbren" a la nueva Jerusalén, porque "la ilumina la gloria de Dios y su antorcha es el cordero". La verdad de Dios es lo que mantiene unido a su pueblo y trae la paz de la cual Jesús hace mención en el Evangelio. Esta verdad es el fundamento de toda relación recta entre nosotros, incluyendo nuestras relaciones con los miembros más pequeños y más vulnerables de la familia humana.
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