7º Domingo de Pascua - Ciclo C

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Intercesiones Generales: [Spanish PDF]
 

Celebrante: Jesús ora por sus discípulos y por la unidad. Nos unimos a esa gran oración.

Diácono / Lector:

Para que la Iglesia continúe siendo la señal y fuente de unidad de todas las familias, roguemos al Señor...

Para que todas las denominaciones Cristianas se acerquen una a otra en caridad al acercarse más al Señor Jesucristo, roguemos al Señor...

Para que preparemos al mundo para la Segunda venida de Cristo acogiendo al pobre, al enfermo, al no nacido y a los rechazados, roguemos al Señor...

Para que todos los miembros de nuestras familias y nuestra parroquia que están afligidos, enfermos, o solos, sientan el calor de nuestra preocupación por ellos y de la presencia de Dios, roguemos al Señor...

Para que todos los que han muerto sean bienvenidos al gozo eterno de Nuestro Señor, roguemos al Señor...

Celebrante:
Padre,
al atender nuestras súplicas,
concédenos la gracia de proclamar con firmeza
la primera venida de Tu Hijo,
y esperar ansiosamente
Su segunda venida.
Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén.

 

 

 
Puntos sugeridos para la homilía dominical:
 

Ve este vídeo con ideas para homilías  pero vida: https://youtu.be/hFfFoXVDj8Q

La segunda lectura de hoy nos lleva al final de la Biblia, a su culminación. La esposa de Cristo, la Iglesia, ansía su regreso para que el matrimonio sea llevado a la totalidad de su gozo y promesa: la unión total, para siempre. A través de los profetas del Antiguo Testamento, Dios prometió un matrimonio entre Él y su pueblo. Isaías 62:4-5 reza: "porque el Señor se deleitará en ti, y tu tierra tendrá esposo. 5 Como un joven que se casa con una doncella, así el que te edifica se casará contigo; como un novio que se regocija por su novia, así tu Dios se regocijará por ti". En su ministerio público, Jesús se refería a él mismo como el esposo. Y San Pablo, reflejando el sacrificio perfecto de Cristo, explica que el sacramento del matrimonio Cristiano simboliza ese matrimonio de Cristo con la Iglesia.


Esta unión entre Dios y su pueblo, más íntima de lo que podemos llegar a imaginar, es el centro de la oración de Jesús en el pasaje del Evangelio. La unidad de Jesús con el Padre luego es compartida con nosotros, a través de su Espíritu. Lo que es igual de claro es que esa unión con Dios también une a los seres humanos, unos con otros. Somos uno con el otro porque somos uno con Él.


Esto nos enseña una lección con dos aspectos: a) la unidad de la familia humana no es algo que construimos y logramos a través de nuestra propia fortaleza e ingenuidad. Es el fruto de la unión con Dios. Por lo tanto, el trabajo que hacemos por la paz, la justicia y el respeto por la vida debe salir de nuestra unión íntima con Dios. b) La espiritualidad no puede crecer o considerarse como auténtica si no lleva a la acción comprometida por la paz, la justicia y el respeto por la vida humana. La unión con Dios significa que somos más conscientes y responsables de los sufrimientos y las necesidades de todos nuestros hermanos y hermanas en la familia humana. No podemos excluir a nadie.

 



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