Solemnidad de Juan el Bautista

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Intercesiones Generales: [Spanish PDF]
 

Celebrante: Así como Juan preparó el camino del Señor Jesús, oremos para que el pueblo de Dios prepare
al mundo para recibir a Jesús de nuevo, en medio de las muchas necesidades de nuestro tiempo.

Diácono / Lector:

Para que como Juan el Bautista, quienes predican a Dios proclamen las exigencias de Su Palabra sin miedo, roguemos al Señor…

Para que como Juan el Bautista, el Pueblo de Dios muestre el camino hacia el arrepentimiento al resto del mundo, roguemos al Señor…

Para que como Juan el Bautista, los hijos de Dios revelen la presencia de Jesús a sus amigos y vecinos, roguemos al Señor…

Para que como Juan el Bautista, los siervos de Dios que sufren persecución puedan mantenerse fieles a su verdad y pacientes en sus sufrimientos, roguemos al Señor…

Para que como Juan el Bautista, los ciervos de Dios que han fallecido puedan disfrutar del a recompensa a su fidelidad en la vida que no tiene fin, roguemos al Señor….

Celebrante:

Padre,
Haznos tus profetas.
Al responder a nuestras oraciones,
Danos a nosotros y a todo tu pueblo
Todo lo que necesitamos para serte fieles
Y proclamar tu Palabra a todos los confines de la tierra.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Amen.

Adiciones para el boletín:
 

Diciendo la Verdad como Juan el Bautista

Juan el Bautista predicaba la verdad con audacia, sin envolverla. En la Cultura de la Muerte, nosotros debemos hacer lo mismo. En “El Evangelio de la Vida,” el Papa Juan Pablo II lo pone de este modo:

“La aceptación del aborto en la mentalidad, en las costumbres y en la misma ley es señal evidente de una peligrosísima crisis del sentido moral, que es cada vez más incapaz de distinguir entre el bien y el mal, incluso cuando está en juego el derecho fundamental a la vida. Ante una situación tan grave, se requiere más que nunca el valor de mirar de frente a la verdad y de llamar a las cosas por su nombre, sin ceder a compromisos de conveniencia o a la tentación de autoengaño. A este propósito resuena categórico el reproche del Profeta: «¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal!; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad» (Is. 5,20). Precisamente en el caso del aborto se percibe la difusión de una terminología ambigua, como la de «interrupción del embarazo», que tiende a ocultar su verdadera naturaleza y a atenuar su gravedad en la opinión pública. Quizás este mismo fenómeno lingüístico sea síntoma de un malestar de las conciencias. Pero ninguna palabra puede cambiar la realidad de las cosas: el aborto procurado es la eliminación deliberada y directa, como quiera que se realice, de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va de la concepción al nacimiento (EV n. 58).”

Puntos sugeridos para la homilía dominical:
 

Vigilia
Jer 1: 4-10
1 Peter 1: 8-12
Lucas 1: 15-17
 
Día:
Is 49: 1-6
Hechos 13: 22-26
Lucas 1: 57-66, 80
 
Para proclamar la Cultura de la Vida, se requiere que seamos proféticos.  Somos conscientes, como nos lo afirman las lecturas tanto de la Misa de Vigilia como diurna, que tanto el mensaje que proclamamos como el motivo por el cual lo hacemos, son un regalo de Dios para nosotros.  Ellos no provienen de nosotros mismos. Esta es una de las diferencias cruciales entre nuestra posición Pro-Vida y la de aquellos que defienden la pro-elección de la muerte.  Ellos creen que nosotros proclamamos “nuestra propia opinión”, y que al hacerlo, nos creemos superiores a los demás. Nada podría ser más lejano de la verdad. El mensaje que tenemos es el del Señor, y la autoridad que recibimos para anunciarlo no es superioridad nuestra, sino Su Mandato y Su Voluntad de salvar la humanidad. 

Juan el Bautista, tal y como lo establecen de forma clara ambos pasajes del Evangelio, fue elegido por Dios para anunciar la Venida del Señor. Su ministerio estuvo completamente enfocado en Jesús, del mismo modo que  está el nuestro.  La proclamación del Evangelio de la Vida es la proclamación de una Persona, por cuya vida y muerte fue derrotado el tenebroso reino de la Muerte. Es conduciendo al prójimo a conocer la persona de Cristo, como logramos colocarlos sobre la piedra angular de la Cultura de la Vida.

Más aún, venir a Cristo implica arrepentimiento, y es justo por ello que Juan bautizó. Es inherente de la conversión aceptar el Señorío inexpugnable de Dios sobre la vida humana y rechazar la idea de que la vida es desechable por nuestro propio criterio y elección.

El fruto del arrepentimiento es un compromiso claro que no da lugar a concesiones en la lucha por defender la santidad de cada vida humana, tanto a nivel individual como comunitario.

 



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