3º Domingo de Adviento - Ciclo B

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Intercesiones Generales: [Spanish PDF]
 
 
Sacerdotes: Con gozo en nuestros corazones, nos dirigimos a nuestro Padre Celestial con nuestras oraciones y peticiones 
 
Diácono/Lector: 
 
Para que la Iglesia sean bendecida con una voz más efectiva en el mundo para ser el heraldo de gozo del Evangelio para toda la gente, roguemos al Señor… 
 
Para que todos los lideres de la Iglesia por medio de sus ministerios ayuden a preparar el camino para la venida del Señor, roguemos al Señor… 
 
Para que los lideres mundiales y locales busquen los valores del cielo en lugar de los del mundo, roguemos al Señor… 
 
Para que El Señor quien trae libertad y justicia nos inspire a asegurar la protección de nuestros hermanos y hermanas no nacidos, roguemos al Señor... 
 
Para que cada uno de nosotros proclame la grandeza de Dios a través de nuestros actos de amor y compasión para otros, roguemos al Señor...
 
Por todos los que han fallecido, para que descansen en la paz del Mesías, roguemos al Señor ...
  
Celebrante:
Padre Amado,  
escucha nuestras oraciones mientras 
preparamos nuestros corazones para 
la celebración de la natividad de tu Hijo. 
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amen
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Navidad: Un regalo de la vida

El Evangelio de la vida está en el centro del mensaje de Jesús. Acogido con amor cada día por la Iglesia, es anunciado con intrépida fidelidad como buena noticia a los hombres de todas las épocas y culturas. En la aurora de la salvación, el nacimiento de un niño es proclamado como gozosa noticia: « Os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor » (Lc 2, 10-11). El nacimiento del Salvador produce ciertamente esta « gran alegría »; pero la Navidad pone también de manifiesto el sentido profundo de todo nacimiento humano, y la alegría mesiánica constituye así el fundamento y realización de la alegría por cada niño que nace (cf. Jn 16, 21). (San Juan Pablo II, Evangelium vitae 1.)

Puntos sugeridos para la homilía dominical:
 

Is 61:1-2a, 10-11
1 Tes 5:16-24
Jn 1:6-8, 19-28

ver un video con consejos para la homilía

El mandamiento de “estar siempre alegres” podría parecer un requisito difícil, dado el hecho de que las cosas no siempre son como queremos, por circunstancias que van más allá de nuestro alcance. Pero aun así, este alegrarse es siempre posible, porque está basado en la salvación que Cristo viene a traer. “Salto de alegría delante del Señor,” escribe Isaías,  “pues él me puso ropas de salvación y me abrigó con el chal de la justicia.”

Esta “justicia” manifestada cuando Dios rescata a su pueblo (por ejemplo, de la esclavitud de Egipto) ha llegado a nosotros en el Divino Niño cuyo nacimiento nos estamos preparando para celebrar. Él nos envuelve en un manto de justicia cuando, por su muerte y resurrección, nos rescató del poder de la muerte. “Proclamar la libertad a los cautivos” es su misión, como indica la Primera Lectura en un pasaje al que más tarde el mismo Cristo mencionará en referencia a su propio ministerio. La canción navideña “O Noche Santa” refleja este tema cuando dice, “Él romperá las cadenas, porque el esclavo es nuestro hermano, y en su nombre toda opresión cesará.”

Nosotros los que somos rescatados debemos rescatar a los pobres y débiles entre nosotros, incluyendo los más pobres y los más débiles, los niños no nacidos.  Celebrar al Dios que viene a libertar al oprimido, y nos ha liberado, significa que nos comprometamos a poner fin a la opresión en nuestra cultura.



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